Cómo le quité la virginidad a la prima de 7 años (parte 2)
Fecha: 17/11/2024,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Jim St, Fuente: SexoSinTabues30
Cuando Laia me quitó el pantalón y los calzoncillos vio mi polla salir casi disparada hacia arriba, por culpa de la erección, cerca de su cara. Casi podía sentir tu respiración encima de la cabeza de mi miembro.
Laia se la quedó mirando un rato, no se atrevió a tocar y yo tampoco me atreví a decirle que lo hiciera, ya que tenía miedo de que de fuera corriendo a avisar a la familia, así que dejé ir las cosas despacio por el momento.
—La tienes muy grande y gorda —dijo sonriendo y riéndose nerviosamente. A decir verdad no es nada del otro mundo pero para ella que tenía 7 años y como máximo habría visto la de algún compañero suyo de 7 años o menos en natación pues se le hacía muy grande.
Le pregunté si le gustaba y me dijo que sí, pero no duró mucho más la conversación, apartó la mirada volviendo a centrarse en el juego de móvil y yo me subí los pantalones, haciendo que nada de aquello pasó. Sin embargo no me detendría ahí por ese día.
—¿Oye, me debes verte ahora a ti? —me miró medio asustada y dijo que no con la cabeza, sin apenas mirarme—. Antes me has visto tú a mí, lo justo es que ahora me dejes mirar a mí.
—Vale —acabó diciendo al cabo de insistir un poco más.
Así que me acerqué a ella, y de un fuerte y rápido tirón le bajé los pantalones y la ropa interior. Antes de que pudiera mirar se tapó su zona íntima con las manos, así que recurrí de nuevo a la persuasión.
—Quita las manos, antes me has visto tu, no es justo que lo tapes.
Me hizo caso. No ...
... entiendo aún porque, suponía que no era para nada consciente de lo que estaba haciendo y de lo que le estaba pidiendo. Y ahí la pude ver, una vagina totalmente virgen y pequeña, no tiene nada que ver con las vaginas adultas, que ya tienen sus labios desarrollado, en este caso era tan solo una rajita diminuta que no mostraba nada más.
—Muy bonito —le dije mirándola a los ojos, ella se ruborizó un poco. Fue entonces cuando le toqué con uno de mis dedos y lo pasé de extremo a extremo recorriendo toda la raja.
—¡Para! Me hace cosquillas —gritó mientras intentaba apartar mi mano de esa zona. Al final me detuve porque tenía miedo de que me pillaste haciéndole eso a Laia, así que lo dejé estar, le subí los pantalones de nuevo y le dije que siguiera jugando al móvil. Ahí se terminó todo por aquel día.
Pero no era estúpido, sabía perfectamente lo que estaba haciendo y quería ver hasta donde podía llegar, así que el siguiente día que la viera subiría un poco más el listón a ver hasta donde me debaja Laia.
Unas semanas después, o una semana tan solo, volví a verla en la casa de su abuela, y de nuevo mis hermanastros jugando mientras ella y yo jugando por otro lado. En ese momento no hubo goce alguno ni fantasía sexual, pero no tardó en ocurrir algo grandioso:
Después de comer me acomodé en una habitación y me puse a jugar al móvil, era lo único que podía hacer pues la televisión estaba puesta siempre el canal que quería ver la abuela de Laia, y no había juguetes en la casa ...