EL SUEÑO DE ALEXA
Fecha: 27/11/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: sophiehotbooks, Fuente: RelatosEróticos
Estoy en el banco, inmovilizada por completo, tan solo puedo mover la cabeza, pero la posición en la que estoy hace que este movimiento sea muy reducido.
Unas fuertes manos acarician mi espalda, arrastrando con suavidad un aceite brillante y de aroma dulce, como de frutos rojos. Me relaja y me excita a partes iguales. Me masajea de forma muy sensual, pasando de la espalda hacia las piernas, sin saltarse mis glúteos. La presión de estas es controlada, aprietan con rabia en algunas zonas, pero no duele, al contrario, me gusta.
La delicadeza desaparece del masaje, incluso hay momentos en los que es muy rudo, pero no me molesta. Una palmada en la nalga derecha provoca que emita un gemido. Tras la segunda siento un extraño calor, la tercera comienza a arder, la cuarta hace que ese escozor penetre a través del músculo, la quinta es más fuerte, pero en lugar de dolerme, hace que el sexo reaccione, siento como me humedezco por momentos.
Esas mágicas manos no dejan de pasearse por todo mi cuerpo, se acercan poco a poco a mi centro de placer. Acarician esos labios por el exterior, desplazándose desde el monte de venus hasta la rabadilla y viceversa. Rozan a cada paso, de forma muy leve, puntos de mi
sexo que, al estar tan expuestos, los noto demasiado sensibles.
Separa las nalgas, las acaricia por fuera y por dentro, esparce el aceite por ambas entradas, el cual se mezcla con mis propios jugos. Se acerca al clítoris, pero no se entretiene en este punto. Me comienzo a ...
... frustrar, necesito que me masturbe, que termine con esta tortura. Sí, porque ese masaje que comencé disfrutando, se está convirtiendo en una tortura de placer.
Comienza a dolerme, quiero explotar ya de una vez, pero no me deja. Intento hablar para exigirle que acabe con todo, pero me doy cuenta de que tengo una mordaza en la boca. Solo puedo emitir gemidos. No puedo hacer nada, esas manos continúan torturándome
durante mucho tiempo, más del que me gustaría.
De pronto, siento como introduce algo en mi sexo con lentitud, no es muy grueso, lo justo como para sentir como mi entrada lo abraza, se deja acariciar con suavidad, estoy tan húmeda que mis jugos ayudan a que se deslice sin problemas. Comienza a jugar sin compasión, lo extrae y lo vuelve a introducir. Mientras tanto, siento como acaricia la entrada del ano muy despacio. No vuelve a rozar mi clítoris, eso me hace rabiar, si tan solo lo rozase, estoy segura que me correría al instante, igual no lo hace por eso mismo, para retrasar más el
orgasmo.
Empiezo a odiar esas manos, siento rabia del deseo tan fuerte que tengo. Necesito más, me da la sensación de que, más que placer, lo que pretende es castigarme. Suavidad, roces casi imperceptibles, desconcierto sobre sus pretensiones, la duda de lo que está por venir, tan doloroso como frustrante, es placentero, excitante. En un principio parecía que iba a tratarme con mayor brusquedad, pero ahora veo lo equivocada que estaba, está siendo muy delicado,
demasiado, eso ...