Candy: Un trabajo inesperado 6 - Relatos Eróticos

Candy: Un trabajo inesperado 6

... encuesta en la página para los suscriptores. Ellos elegirán la siguiente escena de Candy. La primera opción será una de ella sola. En la segunda opción incluiremos a dos personas más. Tú serás uno, y la otra...

Mario le interrumpió. – Creo que es hora de que conozca a Jenna. – Es la modelo con más éxito en este momento. Juntarlas podría ser beneficioso en ambos canales.

- Tienes razón. Deja la encuesta activa durante un par de días, aunque creo que ya se cual va a ser el resultado...

Pablo se marcho de la sala dejando a un sonriente Mario solo, tan solo de imaginar a esas dos mujeres juntas estaba comenzando a empalmarse.

Eran totalmente contrarias, tanto en aspecto como en personalidad. Mientras Candy era pelirroja y bajita, además de tranquila y sumisa, Jenna era una rubia espectacular que no se dejaba dominar fácilmente.

Se acerco al ordenador para seguir con su trabajo y obedecer las órdenes de Pablo. Miro a través del espejo a Candy, se encontraba tranquila, los succionadores seguían funcionando sin parar en sus pechos.

Llevo su mano a su entrepierna y se bajó la cremallera del pantalón, metió la mano en el calzoncillo y se agarró su polla. Comenzó a masturbarse mientras la observaba fijamente, la boca se le hacía agua solo de pensar como estarían esas tetas en unas semanas, como seria chupárselas mientras ella se corría sin parar... Acelero la velocidad hasta que se corrió. Se arregló el pantalón y siguió con su trabajo.

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Candy no sabía el ...

... tiempo que había pasado. Notaba la boca seca. Llevaba mucho tiempo quieta e incluso se le comenzaban a dormir los brazos y las piernas. Sus pechos seguían introducidos en las copas y eran succionados sin parar, no sabría como los tendría cuando le quitaran ese aparato, pero ya comenzaban a dolerle un poco.

Trato de moverse, se agitó intentando llamar la atención de alguien para que la sacara de ahí. Intento hablar, pero con la mordaza era imposible, aun así trato de llamar a Mario, al menos esperaba que viniera cuando la oyera.

La succión en los pechos paró y le retiraron las dos copas. En cuanto lo hicieron, noto como si le clavaran agujas en ellos, pero no duro mucho puesto que comenzaron a masajeárselos aliviándole el dolor.

A continuación la desataron manos y pies y se los masajearon también. La cogieron en brazos y la sacaron de la sala. La llevaron al vestuario y le destaparon los ojos.

La sala estaba suavemente iluminaba. Miró a su alrededor. Estaba sentada en el sofá junto a Mario quien le sonreía mientras volvía a masajearle los pechos.

Intento hablarle pero no pudo.

Mario le quito la mordaza y la capucha, le soltó el pelo y le masajeo un poco la cabeza, le dolía de lo tirante que estaba la coleta.

Miró hacia abajo y se sorprendió del estado de sus pechos.

- ¿Qué les ha pasado? ¡Están enormes!

- Estamos probando un nuevo aparato. Es lo que has tenido succionando los pechos toda la mañana...

- ¿Toda la mañana? ¿Pero cuanto rato me habéis ...