Nada que Ocultar
Fecha: 16/01/2025,
Categorías:
Fetichismo
Incesto
Autor: McLovin8, Fuente: SexoSinTabues30
Recuerdo que estaba en el comedor, de visita, conversando con un amigo, su novia y los parientes de ella. Una de las sobrinas de la novia de mi amigo, que rondaba por ahí, escuchaba nuestra conversación. Al final de un argumento que estaba diciendo en la conversación, terminé diciendo “… así que todos tienen algo que ocultar”. En ese momento, la niñita, que en todo momento había estado “parando la oreja” se acercó a la mesa y apoyándose en ella, al lado mío intervino diciendo. “Yo no tengo nada que ocultar”.
La miré de reojo, de arriba a abajo a la “metiche” muchachita de solo 9 años. Piel dorada, ojos negros al igual que su pelo; largo y liso hasta media espalda. Se apoyaba con ambas manos y arqueaba su espalda moviéndose un poco de lado a lado y más abajo, para mi sorpresa, tenía un moldeado trasero levantadito cuya redondez se apreciaba perfecto gracias a un pantaloncito negro deportivo ajustado.
“Todos tienen algo que ocultar” le respondí. Ella me puso una cara de enojo bromista, y se retiró, caminando, contoneándose. Quedé mirando, como se iba, con la vista un poco pegada en ella, pero luego “despavilé” para que mi actitud no se notara extraña ante los demás.
Era una de esas niñas de personalidad “agrandada”, sin pelos en la lengua y con algunas actitudes innatamente coquetas. Yo no soy alguien que ande mirando niñas por ahí “atento”, para nada. Pero esta muchachita me causó mucha curiosidad, pero solo por su gracia, hasta ese momento. Lo de su figura y su forma ...
... de caminar quedó solo como una observación inocente en mi mente hasta ese instante.
Terminamos de conversar, nos levantamos de la mesa y fuimos afuera de la casa. El sector era un campo, con árboles, arbustos, una huerta y habían un par de camiones antiguos abandonados a lo lejos. Nos tomamos un par de cervezas sentados al costado de la casa mientras yo veía como la juguetona muchachita andaba por la huerta, caminando con su meneo de cintura, como si quisiera despertar deseos, pero sin ser su intención. En ese momento debo confesar que las cervezas habían hecho su efecto y, ahora sí, miraba más a la coqueta niñita. Me puse de pié para ir a ver los camiones, de verdad sin intención de toparme con ella o seguirla. “Voy y vuelvo” dije, y caminé dejando al grupo que siguió charlando relajadamente.
Estaba inspeccionando la cabina de uno de los camioncitos abandonados, era como de la época de los años 50 cuando me percaté que la muchachita se acercó, se fué a la parte trasera del camión e intentaba treparse a él. La fuí a ver y le dije:
– Te vas a caer, baja de ahí. – No, no me caigo. Respondió la porfiada muchachita. Mientras seguía intentando trepar. Ahora sí me fijé más en su trasero, ya que como estaba trepando, lo tenía casi en mi cara. Que gran colita tenía esa muchachita, que, a pesar de ser solo una niñita, hizo volar mi imaginación.
“Señoras y señores del jurado”, como diría Vladimir Nabokov, les digo que, si les mostrara una foto de espaldas de esta criatura, ...