1. Vacaciones Inolvidables 8


    Fecha: 01/02/2025, Categorías: Hetero Incesto Infidelidad Autor: Riseva, Fuente: SexoSinTabues30

    ... dijeron besándome mi esposa es los labios y mi hija hizo lo mismo. No era primera vez que mi hija me besaba en los labios, desde chica se acostumbró a darme besos en la boca.
    
    – Dele un beso al papá – le decía mi esposa. Si era un regalo que le gustara, el beso era más largo. La cantidad de besos y el tamaño fueron disminuyendo con los años. Yo trataba de no promoverlos y seguramente a ella le daba vergüenza besarme en la boca. Salvo que el momento lo ameditara, porque ésos besos eran con pasión, pasión que yo sentía en mi piel y en mi estómago. Por éso esquivaba esos besos, me producían una erección y ella seguramente lo sentía.
    
    Seguimos viendo televisión los tres, la mano de mi esposa volvió al movimiento, con mi rodilla levantada ocultaba en parte el movimiento, pero era obvio que me masturbaba y mi hija se daba cuenta pero no decía nada.
    
    – Hija, nos dejarías solos un rato? – le preguntó mi esposa mirándola a los ojos era obvio lo que quería.
    
    – Si, claro mami – dijo levantándose rápidamente y saliendo de la pieza.
    
    – Quiero chupártelo! – dijo mi esposa tirando la ropa de cama a los pies. Se ...
    ... metió mi miembro en la boca y comenzó a chuparlo como si fuera la primera vez.
    
    – Te gusta como lo hago? – me preguntó sacándolo de la boca y mirándome.
    
    – Si, está muy rico, hace tiempo que no lo hacías – le respondí. Mi hija miraba desde la puerta.
    
    – Ahora lo quiero dentro – me dijo subiéndose encima, con una mano sujetaba el camisón a la cintura y con la otra sujetaba mi erección mientras se sentaba lentamente. Se quedó quieta mirándome, sus ojos brillaban de deseo.
    
    – Chúpame los pezones – me dijo sacándose el camisón e inclinándose hacia adelante para ponerlos en mi boca. Ese movimiento casi hace mi miembro se salga, la afirmé de los muslos y doblando mis rodillas, me acomodé de manera de meterlo a fondo. Mi hija miraba desde la puerta con una mano entre sus piernas. Mi esposa me cabalgaba lentamente, entre suspiros y quejidos, finalmente se desarrolló la vorágine y ambos nos atacabamos sexualmente en el campo de batalla que era la cama. Agotados, vencidos por el agotamiento, pero felices de la victoria de ambos, hasta nos reíamos con una mirada cómplice.
    
    Después a la ducha y a dormir profundamente. 
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