Una tarde en el teatro - Relatos Eróticos

Una tarde en el teatro

Habíamos comprado entradas para un festival de teatro alternativo. La cita de ese día era en un espacio de arte contemporáneo en un barrio a las afueras, una nave grande y algo fría para ser primavera. Allí solo había un proyector, unos botes de pintura y en un lateral una estructura grande circular rodeada por cortinas de plástico que observábamos expectantes mientras íbamos ocupando el centro del espacio.

Cuando salió el autor de la obra nos explicó que estábamos en una performance y que los actores éramos… el público. La acción consistía en que iba pidiendo voluntarios para distintos “cuadros” y, tras desnudarnos y cubrirnos con pintura blanca corporal, nos situaba en diferentes posturas contra la pared donde proyectaba imágenes, muy chulas, sobre el cuerpo e inmortalizaba el momento con una foto. Quien no quisiera participar debía abandonar sala principal y seguir la acción desde otra habitación por un monitor. Salieron como las dos terceras partes.

Para romper el hielo y atemperar un poco nos ofreció unos botijos, sí, botijos, rellenos de, creo recordar, pacharán. Parecía que nadie daba el primer paso, pero ahí estaba mi chica, hoy mi ex, siempre la más lanzada, que no dudó en alzar la mano y empezar a quitarse la ropa.

Poco a poco nos fuimos animando todos a posar desnudos, con el cuerpo pintado de blanco y ni rastro del frío inicial.

Fue una ...

... tarde genial, pero aún faltaba lo mejor. Al terminar la sesión no era plan de vestirse y manchar la ropa de pintura. La estructura que había en el lateral resultó ser una ducha comunitaria improvisada en la que pronto vimos que ir de pocos en pocos a limpiarnos iba a hacerse eterno y acabamos entrando un buen grupo a la vez. No sé si fue efecto del licor, pero sin duda era más práctico y divertido frotarnos unos a otros la espalda para quitarnos la pintura.

No, si esperáis que os cuente que la cosa acabó en una orgía descontrolada faltaría a la veracidad del relato, hubo mucho morbo pero la situación no se desmandó, aunque a nosotros nos salió muy bien. Teníamos al lado a una parejita estupenda con la que primero nos frotamos entre risas y luego nos presentamos, eran de otra ciudad y habían venido a pasar el finde.

Una cosa llevó a otra, nos fuimos a tomar unas copas y acabamos los cuatro en nuestra casa, donde al poco ya estamos otra vez desnudos. No sé quien estaba mejor, si ella o él, sí sé que ese día tuvimos nuestra primera experiencia bisexual, siempre les estaré agradecido por iniciarnos, y nada volvió a ser igual. Todos contra todos, manos, pechos, bocas, pollas… sin distinción hasta caer rendidos e invitarles a quedarse a dormir.

Lo de la mañana siguiente daría para otra historia, aunque mejor os cuento lo de la fiesta de la espuma en Cap d’Agde.