1. Una mansión que acoge infinidad de orgías (1)


    Fecha: 04/05/2025, Categorías: Sexo en Grupo Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos

    ... culos y en el conejo de la chica.
    
    Araceli decidió dejarlos tranquilos para que se corrieran a gusto en un bukkake final de los seis chicos sobre las caras de las dos chicas. Ellos de pie formando un círculo y ellas de rodillas, en el centro. Las fulanas daban la imagen de estar suplicándoles que las bañaran en esperma.
    
    Cambió al monitor -1, donde había una escena sadomaso muy interesante.
    
    Tres hombres estaban atados de manos y pies, boca abajo, sobre unas tarimas de madera. Estas estaban a una altura de un metro del suelo en posición horizontal. Cada uno estaba colocado en la suya.
    
    Una dómina, con un látigo de púas de alambre en sus extremos les destrozaba la espalda. De tantos latigazos que les daba tenían heridas ensangrentadas y con profundos cortes. De vez en cuando, a modo de bálsamo, les untaba en sus lomos y costados un poco de vinagre con sal. Los alaridos de los muy flojos eran escalofriantes. Por algo escogieron el sótano para este tipo de actividades.
    
    En las alcobas contiguas se practicaban otras actividades todavía mucho más extremas.
    
    Los penes de los chicos salían por unos agujeros que tenían las tarimas. Debajo de estas, estaban sentadas tres chicas. Cada una de ellas se dedicaba a ...
    ... ordeñar a su respectiva polla. Estas sobresalían como un gancho en aquel plano horizontal.
    
    Las ordeñaban con tal furia, que parecía que querían arrancárselas de cuajo.
    
    Cuando los tíos empezaron a eyacular, las chicas dejaron de pajearles el nabo. Estos, impulsados por los espasmos, se sacudían ad libitum saltando en todas direcciones y salpicando de esperma las patas y la pared frontal de la tarima.
    
    La guarda volvió a zapear por las 61 pantallas y en la habitación 23 encontró a dos chicas acariciándose y besándose mientras se frotaban el coño con la técnica de la tijera.
    
    Después cogieron un consolador de 40 cm de largo (de estos que tienen un capullo en ambos extremos), y se lo fueron metiendo, la mitad para cada una.
    
    Comenzaron a follarse mutuamente con aquella polla multitareas. Ellas se morreaban como locas. Se lamían todo el rostro disfrutando del sabor de su piel. Las dos al mismo tiempo se embestían empujando sus caderas con garra. Entre gemidos y jadeos, de repente, soltaron unos chillidos que advertían de sus corridas.
    
    En próximas entregas iremos descubriendo los entresijos y secretos del resto de las habitaciones de esta magnífica mansión, que bien podría ser conocida con el nombre de: El Edén. 
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