1. ¿Qué es ser un o una PGG?


    Fecha: 12/05/2025, Categorías: Confesiones Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos

    ... soltera de su amiga Lourdes, el boy que habían contratado las compañeras se extralimitó en sus funciones de animador.
    
    Eran cinco chicas contando a la novia.
    
    El boy, el típico chico de gimnasio con mucha musculatura y tableta en el abdomen, comenzó a bailar al ritmo de la música. Poco a poco se fue sacando la ropa hasta quedarse en bolas. Ahí debería acabar la función. Pero al celebrarse la fiesta en una casa particular el desmadre estaba asegurado.
    
    Eran cinco mujeres independientes, con carrera, empoderadas, elegantes y atractivas que estaban dispuestas a no dejar salir entero de allí a aquel pobre boy.
    
    –¿A dónde vas guapetón? Todavía no ha acabado la fiesta –le espetó Lourdes, la novia y anfitriona de la fiesta.
    
    –Mis servicios eran hacer un striptease y ya terminé. Así que, si no les importa… –comentó el ingenuo boy.
    
    Entonces fue ahí cuando Sara, mi esposa, se sacó de la manga la famosa expresión diciendo:
    
    –Mira majo, has entrado en esta casa como go go, bailarín de striptease o como modelo publicitario, pero vas a salir como un Puto-Golfo-Guarro. O sea, como un PGG. Te vamos a hacer un hombre de verdad.
    
    Las amigas se echaron a reír por la ocurrencia de mi esposa y comenzaron a desnudarse al grito de “Te vamos a convertir en un PGG”, “Te vamos a convertir en un PGG”.
    
    El chico, ya resignado, se sentó sobre un sofá, bebió algo de un vaso que había cerca y comenzó a magrearse su miembro viril que seguía tan inhiesto como en el baile.
    
    No perdió ni ...
    ... un ápice de vigor aquel falo, ni siquiera durante la charla con las chicas.
    
    El boy miraba con atención los cuerpos esculturales de las cinco mujeres que se estaban despelotando para darle la mejor lección de su vida.
    
    Lourdes, como protagonista del evento, se decidió a ser la primera en montar al chaval y sentándose sobre él dándole la espalda, se enchufó sin muchos miramientos aquel rabo largo y grueso en la entrada de su vulva y con dos meneos de cadera se lo engulló hasta los cojones, chocando pubis contra pubis.
    
    Mientras Lourdes se follaba a aquel maromo, mi mujer y las otras tres amigas aplaudían y animaban a su anfitriona para que llegara hasta el final.
    
    Las cinco amigas se fueron turnando a medida que cada una de ellas conquistaba su orgasmo. Mi mujer se subió la tercera sobre aquel potro. Notó que de la uretra del chico salían unas gotitas de semen y que del coño de la amiga que la precedió también se escurrían ciertos restos de esperma.
    
    El chico se había corrido, no cabía duda.
    
    Pero él la tranquilizó diciéndole que se había tomado una pastilla vigorizante y que aunque haya eyaculado, la robustez de su polla estaba asegurada.
    
    Sara lo cabalgó durante unos veinte minutos y pudo comprobar en carnes propias, nunca mejor dicho, que la verga seguía tan vigorosa como cuando Lourdes, la primera en trajinárselo, comenzó.
    
    Sara se corrió y dejó el lugar a la siguiente.
    
    Cuando la quinta y última amiga se montó en aquella atracción, a los pocos minutos el ...