Ladybug (S6: E1) Un nuevo comienzo PARTE 1 - Relatos Eróticos

Ladybug (S6: E1) Un nuevo comienzo PARTE 1

... estaba listo. La mariposa hechó a volar, por un momento estuvo dando aleteos delante de ella y su sonrisa se hizo más ancha; luego la mariposa salió volando por la ventana.

Se sentía conectada a la criatura, era una parte de ella, llevaba una parte de ella. Podía sentirla mientras atravesaba la ciudad, hacia el elegido, su primera víctima. Sintió que lo alcanzaba y un vínculo se formó entre ella y él.

Muy bien.

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Minutos después el primer nuevo akumatizado ponía los pies sobre la Torre Eiffel de París, o más bien sobre el balcón, unas patas enormes de gallo con cuatro dedos rematados en garras curvas. Caminó por la barandilla con una habilidad que nadie habría adivinado de unas piernas así. Se quedó quieto, miró a la ciudad que yacía a sus pies.

—¡Kikirikiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!

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El canto del gallo pareció extenderse por todo el aire de la ciudad, invadiéndolo, llenándolo, vibrando. Los que lo oyeron pensaron que era una broma o alguna especie de grabación.

Bob Roth, un hombre ancho, mayormente calvo y con bigote miró al cielo de mal humor. Iba vestido de blanco con una camisa rosa a medio abotonar y se dedicaba a ser manager de las estrellas de Paris, aunque su amor era el dinero ¿Qué hay mejor que eso?

—¿Qué le pasa a ese galló? —preguntó— ¿Se ha vuelto loco? Si es de noche. Malditos gallos…

Sin embargo, no paso mucho hasta que la polla de Roth empezó a despertar dentro de sus pantalones blancos y para cuando dio una veintena de ...

... pasos ya tenía una erección de caballo que no podía esconder debajo de pantalones. Para cuando llegó al piso donde vivía XY, el más famoso musico de la ciudad, y su hijo, ya se había dado cuenta de que no era el único que tenía un problema entre las piernas. Mientras iba hacia allí se había fijado en el que no era el único que tenía un potente rabo entre las piernas, y cuando estaba casi llegando vio al heladero del amor sirviéndole su polla con dos bolas de helado al último cliente de la noche. Y se la estaba chupando a gusto. Resultó raro verlo. Pero esa polla enorme… Resultaba extrañamente…

Hacía mucho calor.

—¿Pero que demonios…? —masculló sintiendo como su rabo descomunal lanzándole punzadas dentro de los pantalones blancos de doscientos dólares, y se sintió incapaz de despegar la mirada de como el heladero recibía una mamada del chico.

—Esto si que son unas buenas bolas —dijo el chico con toda la cara cubierta de helado antes de lanzarse a por las pelotas de caballo del heladero que eran tan grandes como su cara.

—¿¡Pero que…!? —empezó el avaricioso manager, pero se interrumpió. Ver aquello le ponía más cachondo y su polla parecía a punto de reventar los pantalones.

Abrió la puerta del edificio y se metió para adentro aun oyendo como el chico le llenaba de saliva las pelotas al gordo heladero.

Pillo el ascensor abierto, un chico de más o menos la edad de su hijo estaba dentro.

—¡Espera! —gritó cuando las puertas empezaron a cerrarse y el chico puso ...