1. Gracias a Felix...


    Fecha: 30/03/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... no para... -Je je je, algún día me paso por allí y te enseño algo de internet si quieres –me dijo Felix-. ¿Controlas el tema de las nuevas tecnologías? -Sí, algo... -¿Tienes e-mail? -Sí –le dije yo, y se lo apunté. Resultó ser que Felix sabía un montón de internet, y así nuestras conversaciones siempre oscilaban entre los últimos modelos de ordenador que salían o curiosidades de la red. Pasó un mes más o menos, y entablé muchas relaciones por e-mail. Pero la que aquí importa fue la de un tal "Bambino": 40 años (cosa que descubrí poco después), muy simpático y un cachondo mental. Me lo pasaba muy bien con él... Un día, en una de las sesiones de internet de la tarde, Bambino dijo que quería darme una sorpresa: iniciaría una sesión de web cam y así podría conocerle... Desgraciadamente, como suele ocurrirme con estas "nuevas tecnologías", es en momentos clave como este cuando se estropea todo: me "caí" de internet y ese día ya no pude volver a conectarme hasta la noche, cuando apenas si había otros usuarios que conociese conectados. No pude conocer a Bambino. Pero no tardaría mucho... a la noche siguiente, un viernes frío de este invierno no tenía ningún plan mejor que quedarme repasando algún libro y ver algo en la tele. Me sentí mustio al notar el frío que hizo ese día y pensé que no saldría de fiesta con los nuevos amigos que conocí en la universidad. Así es que ni siquiera fui a cenar a casa de Félix y de Belén: me preparé unos tortelini con mantequilla y me acostaría ...
    ... pronto... A la media hora después de cenar decidí meterme en internet por si veía a alguien y así hablar un rato. Y así de triste fue ese día, hasta que un chico nuevo que no sé de qué tenía mi dirección empezó a hablar conmigo... y resultó ser un cachondo pajillero, que inició una sesión de web-cam para que nos masturbásemos juntos. Así estuve unos minutos hasta que ese usuario desconocido desapareció sin más dejándome algo cabreado, la verdad. Decidí apagar el ordenador e irme a acostar ya. Bajé la persiana, apagué la luz, y tomándome una pastilla me eché en la cama... Ni cinco minutos pasaron hasta que me desperté de un salto al oir el timbre. Miré el reloj y comprobé que eran las once y cuarto de la noche. ¿Sería algún colega de clase? Me levanté a regañadientes y antes de salir a la puerta de la habitación me llevé un susto tremendo al ver que desde fuera alguien abría la puerta sin dificultad. ¡Entraban en casa! Y allí se apareció como si tal cosa, riendo para sí, Félix. Iba tatareando una cancioncilla y al verme a mí, allí pasmado, en calzoncillos y estúpidamente, se apresuró a mostrarme las llaves: -¡Perdona, Blas, que he abierto con las llaves! –y enseguida se quitó el abrigo y dejó las llaves en la mesita de su derecha, y encendió las luces del pasillo. ¿Qué coño hacía él allí? -Como no has venido a cenar, Belén quería que te trajese una tortilla... ya sabes cómo es mi mujer, ¿eh? Je je je... Oye –y se fijó en la puerta casi cerrada de mi habitación, y vaciló al dar otro ...
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