Historia del chip (037): Confidencias - Irma 010
Fecha: 02/04/2018,
Categorías:
Lesbianas
Grandes Relatos,
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... al aire en el vehículo le produjo cierto desasosiego. Antes de ir al aeropuerto, pararon en el paseo marítimo y comieron en primera línea de playa. El conjunto de Irma ya no desentonaba en medio de las inagotables bellezas presentes. No es que Lena se calentara mucho la cabeza en el aeropuerto. Le compró una minifalda roja. Era tan ajustada que le obligaba a bajársela cada pocos pasos, y un top azul que descubría toda la parte superior incluyendo los senos casi hasta los pezones. A juego iba un pañuelo largo para tapar el cuello y que bajaba por la espalda. Unos tacones rojos, abiertos y de la misma altura que los que poseía. Lo que llevaba puesto pasó a una bolsa que terminó en la maleta de Lena, la única que facturaron pues, -sorprendentemente para Irma-, se trasladaban en vuelo comercial. Al entrar en el avión comprendió la elección de Lena. Al sentarse tuvo que tirar de la tela de la falda al máximo para estirarla los pocos centímetros que marcaban el límite de la decencia. Los muslos desnudos y ofrecidos a su amante servirían de distracción. El ojo se dirigiría a los muslos exhibidos impúdicamente. Tendría que acostumbrarse. Su cuerpo iba a ser el protagonista absoluto en la relación entre ambas. Era un trayecto corto hasta Paris y Lena, de todas maneras, pretendía aprovecharlo. Los asientos de ejecutivos eran anchos y abatibles. Sólo había un par de hombres maduros dos filas por delante, que no dejaron de apreciar las piernas descubiertas de ambas mujeres, pero ...
... ninguna de las dos se llamó a engaño. Eran las de Irma las que destacaban. —Voy a aprovechar para trabajar el rato que tenemos hasta Paris. Busca sábanas por ahí y te recuestas junto a mí. Quítate la ropa y los tacones. Si quieres ver lo que hago, no me importa y si quieres dormir ponte el protector en los ojos— ordenó Lena, pero el tono no era seco o cortante e Irma sabía que era sólo un deseo de su ama, no algo de obligado cumplimiento. Era tranquilizador saber cuándo debía obedecer o cuando podía escoger. En un minuto ya estaba desnuda, salvo los espectaculares pendientes de sus orejas. La sábana también cubría a Lena. Irma llevó las piernas desnudas hacia su ama doblándolas hacia delante y acurrucándose junto a ella. Lena acarició los muslos. —Son muy suaves— exclamó. Llevaba tantos años esperando este momento que se quedó sin respiración. —Eres idiota. Has podido hacerlo todos estos días. Y esperas a estar en una butaca de avión— protestó Irma, riéndose por dentro. —Ten cuidado, princesa. Si subo la mano un poco, tendrás problema— amenazó Lena en tono molesto que no conseguía disimular su contento. —Así que piensas como un hombre, actúas como un hombre, te gustan las mujeres. ¿Cómo sé que no tienes un falo enorme? — preguntó Irma, siguiéndole el juego. —Lo tengo en el cerebro. No me vas a dejar trabajar, ¿verdad? — reclamó una vez más Lena, escaneando las piernas de su esclava con las manos hacia arriba y hacia abajo. Irma negó. —Quiero que disfrutes un poco. Y si no me ...