Historia del chip (038): Una nueva Kim (Kim 014)
Fecha: 02/04/2018,
Categorías:
Dominación
Grandes Relatos,
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... las partidas, bastando un gesto para enviarlas a su buzón, la máquina identificaba a la persona gracias a la yema de los dedos. Kim, que estaba junto a él si habían ganado, observaba que tipos de fotos elegía, sin dejar de mirarse a sí misma, desnuda y ofrecida al mundo. Y sentía cada vez más la necesidad de agradar a un Roger, cautivado por las fotos de ella. O mejor, como pronto comprendió, por su cuerpo. *—*—* —Llegaremos tarde— le gritó Kim. Y vio como Roger le decía desde el agua que preparase la bolsa. Metió corriendo la toalla de ambos, sacó las gorras y esperó a que él se pusiera sus zapatillas de plástico. Hoy se estaban bañando en el extremo sur y la partida de voleibol era mucho más arriba, casi a medio kilómetro de allí. Roger tuvo tiempo ponerse una camiseta y salieron corriendo: una extraña pareja a todas luces, el chico con zapatillas, bañador, camiseta y gorra. Ella únicamente con un estrecho taparrabos y una visera amplia, cuidando de mantener los talones bien altos para no hacer sufrir sus pies. En la carrera, los pechos bamboleaban de lado a lado sin que ella pareciera estar pensando de ello. El pequeño trozo de tela entre sus piernas no ofrecía protección, moviéndose de un extremo a otro o elevándose gracias al movimiento de las caderas. Corría con soltura y elegancia. Un observador sutil hubiera percibido los cambios en Kim: mantenía el estómago más apretado, las nalgas más elevadas, los talones en altura, los pechos más firmes, los pezones más rígidos y ...
... todo el cuerpo, más felino. Sin un ápice de inhibición. Cuando jugaba al voleibol, saltaba al máximo en cada jugada, rozándose si era necesario con la red o con su compañera en su rutilante y cómodo bañador. Si por necesidad del juego, debía tirarse al suelo, no se preocupaba del roce de su pecho o el pezón con la arena. El culo firme y elevado, tonificado al máximo, mostrado con ventaja para el espectador cuando se inclinaba a la hora de esperar el saque del contrario. Uno de los pocos momentos en los que bajaba los talones y soportaba el calor de la arena en la planta de los pies. Después de cada punto ganador, se juntaban los tres en un abrazo, y empujaba sus pechos alzados con los brazos bien abiertos hacia los cuerpos cubiertos de sus compañeros, dónde quedaban claramente comprimidos unos segundos. Antes de abandonar la meleé, Roger y Debra, la otra jugadora habitual, le daban un golpe en la nalga que les quedaba más cercana, al unísono. Un fuerte golpe, sonoro, antes de prepararse para el siguiente punto. La metamorfosis de Kim se debía al apremio y el deseo de agradar a Roger con todas sus fuerzas, quien le otorgaba un orgasmo justo antes de dormir. Él se pasaba horas mirando las fotos de ella, a tamaño natural, expuestas en la pared del dormitorio del hotel. Podía estar diez minutos comentando una foto, sobre una pierna estilizada o como el pecho se erguía o se inclinaba. Kim no conseguía identificarse con la chica que contemplaba en la pared. Trataba de verse con los ...