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Carmiña
Fecha: 22/09/2017, Categorías: Microrelatos, Sexo con Maduras Autor: kiko, Fuente: CuentoRelatos
Ayer noche iba conduciendo mi vejo Renault por una carretera de tierra. Vi a una jovencita, minifaldera, que caminaba por el lado de la carretera. Estaba haciendo autostop. Paré a su lado. Bajé la ventanilla y le pregunté: -¿Adónde vas? Me miró, me sonrió, y vi que era la Carmiña, la hija de mi vecino Gerónimo, con el que me llevo a matar. Carmiña, me respondió: -A casa, señor Enrique, pero si me lleva y lo ve mi padre le pega dos tiros. -Sube. Te bajas a la entrada de la aldea. Carmiña subió al coche. Al sentarse, con aquella minifalda, casi se le veían las bragas. No le quería mirar para las piernas, no fuera que despertara mi Pepito. Mis ojos, sin querer, se posaron en sus enormes tetas. La camiseta blanca que llevaba le quedaba tan apretada que los pezones le sobresalían en ella. Mi Pepito dejó de tomar la siesta. Metí la primera. Carmiña, vio el bulto en el pantalón. Puso su mano izquierda en mi entrepierna, y me dijo: -Métase por algún camino de carro. -¿Estás segura? -Tan segura como mi novio me acaba dejar tirada y a medio follar. Cogí el primer camino de carro que encontré. Detuve el coche entre unos árboles. Carmiña, la rubita que todos los mozos del pueblo deseaban, me abrió la cremallera del pantalón. Sacó mi polla morcillona. La chupó y la puso dura. Se quitó las bragas. Recliné los asientos. Metí mi ...
... cabeza entre sus piernas y me dijo: -No, no me la coma. Está de ese asqueroso. Me importó una mierda de quien estaba. Le comí el chochito peludo, y se lo comí bien comido, y si ya estaba empapada antes de comérselo, después de comérselo estaba chorreando. Poco más tarde, Carmiña, se quitó la camiseta. ¡Qué tetazas tenía! Metió mi polla entre sus tetas. Me masturbó con ellas, y le dije: -Si le hiciste esto a tu novio, no me extraña que se corriera y te dejara a medias. -¡¿Ya se va a correr?! -Tranquila. Sé esperar. Carmiña subió encima de mí y me empezó a follar, duro, a lo bestia. Su culo se movía hacia delante y hacia atrás a la velocidad del rayo. Mi polla, que no es pequeña, chapoteba en sus jugos cada vez que llegaba hasta el fondo. De repente paró, y me dijo: -¿Quiere ver como se corre una leona? -Lo que sé es que vas a hacer que se corra un león. Me volvió a follar como si estuviera poseída. Poco después, al comenzar a correrse, sentí como salían chorros de jugo y mojaban mis huevos. Luego cayó como muerta encima de mi. Solo sus jadeos y sus convulsiones me decían que estaba viva. Tuvo una corrida larga, muy larga. La mía fue la mejor que tuve en mis 62 años de vida. Carmiña, después de desahogarse, me beso, sin lengua, y me dijo: -Me hacía falta. Tal y como le había dicho, la dejé a la entrada de la aldea.
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