La mujer del disidente (03). Las pertenencias íntimas
Fecha: 11/04/2018,
Categorías:
Fetichismo
Dominación
Autor: Senatore33, Fuente: CuentoRelatos
La habitación contigua consistía en una sala alargada con un mostrador detrás del cual se situaba un agente. Los dos agentes que trasladaban a Amalia la situaron frente al mostrador y la soltaron, permaneciendo cada uno a cada lado de ella, pero retrocediendo un par de pasos. La puerta que dirigía al despacho del capitán continuaba abierta, y podía ver que ese hombre cambiaba de postura y se sentaba frente a su ordenador para comenzar a escribir algo. Suponía que se trataría del resumen del interrogatorio. Mientras permanecía de pie a la espera de instrucciones, la incomodaba la idea de tener permanentemente a dos agentes junto a ella. Se sentía observada. Había visto como en la anterior sala la observaban desde abajo, desde sus respectivas sillas, y cómo reparaban continuamente en su cuerpo, en sus pechos, en sus piernas, según ella había tenido que dar explicaciones de cómo sería su cuerpo desnudo. Con todo descaro escuchaban, observaban y se empalmaban. De los dos policías, uno de ellos se empalmaba a ratos. Se excitaba y se le hinchaba la polla en aquellos momentos en los que la humillación era más álgida, pero se le bajaba la inflamación en los momentos de espera. Cuando volvía la humillación, volvía la erección. En su compañero, en cambio, la erección era permanente. Desde que la vio bajar del coche, con ese cuerpo, con esos pechos que se le marcaban en el vestido, y abriendo las piernas dejando sus bragas a la vista mientras se esforzaba por salir del coche patrulla. ...
... Ahora ambos se habían colocado tras de ella. Estaba segura de que ambos se estarían deleitando mirando su trasero. Y suponía que uno seguiría con se pene erecto, mientras que el otro ya lo tendría morcillón, a la espera de que el suplicio de Amanda continuara. Al menos por el momento nadie le había puesto la mano encima, sexualmente hablando, pensó para sus adentros. El agente que estaba tras el mostrador sacó su maleta rosa de un cuarto trastero y la situó sobre el mostrador. La abrió y dejó a la vista de todos las pertenencias de Amalia. Los cuatro se mantuvieron a la espera, pero Amalia ya tenía unas ganas enormes de orinar. La última vez que fue al servicio fue al salir de casa, a primera hora de la mañana, pero desde entonces ya habían pasado varias horas: en clase, durante el trayecto en el coche de policía, en el interrogatorio... Estuvo a punto de pedirle permiso al capitán para ir al servicio, pero le daba tanta vergüenza que decidió esperar. Ahora tenía aún más ganas, pero estaba haciendo todo lo posible para esperar hasta que de una vez por todas la metieran en una celda y pudiera orinar. Tras unos minutos de espera, apareció otro policía, un hombre rudo con bigote, que por su actitud e insignias diferentes a las del resto, Amalia suponía que era superior a los demás. Con el tiempo sabría que el capitán era el máximo responsable del día a día de la prisión, y este hombre, al que los presos conocían como 'el Bigotes', ostentaba el rango de teniente y era el segundo ...