1. La primera vez que me enteré del ZOO.


    Fecha: 12/04/2018, Categorías: Zoofilia Autor: Andy19, Fuente: SexoSinTabues

    ... era la hora de alimentarlos y eso yo lo disfrutaba enormemente, me encaminé hacia el sitio, gustoso como siempre, cuando de pronto, por una de las rejas, pude ver con enorme sorpresa cómo el chico de unos 25 o 27 años de edad tenía a los becerros pegados de su entrepierna, mientras llenaba las teteras con sus manos desocupadas; a los pobres becerros los engañaba fácilmente y hasta parecían gustosos de verle. Me escondí en un rincón como deben suponer, tallándome los ojos al no poder creer que mi fantasía se estaba haciendo realidad frente a mí. Escondido, como estaba, observe la escena como en primera fila, imaginándome que era mi miembro el que los becerros mamaban con esmero y no el de ese bastardo que gozaba y gemía de placer. Metí mi mano temblorosa a mi pantaloncillo y me hice la paja más deliciosa hasta ese entonces tratando de venirme en sintonía con el vaquero, quien meneaba su verga gustoso casi frente a mis ojos, esa imagen permanecería mucho tiempo en mi mente y sería motivo de muchas pajas más y muchos sueños húmedos. Con el tiempo empecé a espiar al bastardo, se convirtió en uno de mis pasatiempos favoritos y de él aprendí la manera de acercarme a los becerros a quienes a veces les metía la verga en la boca aprovechando el hambre que éstos sentían y a veces se los cogía por la ...
    ... conchita o por el ano, aprovechando lo entretenidos que estaban mamando de las teteras, siempre con las venidas más espectaculares que puedan imaginar. A pesar de ello no era lo suficientemente valiente como para hacerlo yo mismo, me conformaba con ir a buscar los restos de sus fluidos, que siempre eran bastantes y me masturbaba encima de ellos, con todas las imágenes en mi mente. Me encantaba ver como le relamían la puntita de la verga con esa lengua llena de textura y de como en un arrebato salvaje se metían toda la verga tiesa hasta la base, donde comenzaban los huevos y a veces hasta los cojones les metía. en una de esas estaba cuando de pronto se subió nervioso la bragueta del pantalón, al advertir que venía mi padre en compañía de mi hermano. No podía creer lo rápido que recobró el sentido, como si nada hubiese pasado, el condenado estaba tan acostumbrado que no le dió la menor importancia, a pesar de que los becerros continuaban lamiendo su enorme paquete a través del pantalón, lo tomó con toda naturalidad y para mi sorpresa hasta creo que le gustaba hacerla de exhibiocionista. Algo de tiempo tardé en hacerme el valiente, hasta que al fin pude entrar al corral de los becerros una tarde luego de planearlo detenidamente... pero esa es otra historia que espero contarles más adelante. Comenten. 
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