Eva
Fecha: 14/04/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Desde la primera vez que la vi, sentí una irresistible atracción hacia Eva. Fue hace algo más de un año, cuando nos mudamos a la urbanización donde vivo ahora con mi mujer y mis pequeñas gemelas. Eva no es una mujer de una belleza explosiva, incluso puede que le sobre algún kilito, pero todo en ella, cada una de sus formas y cada uno de sus gestos emanan feminidad y sensualidad. Vive en un bungalow muy cercano al nuestro y pronto se hizo amiga de mi mujer, a la que contó que se había separado recientemente de su marido. Algunas veces cuando regresaba a casa del trabajo, Eva estaba allí y al verla siempre sentía el deseo invadirme y la devoraba con la mirada, cosa que ella creo que notaba. Era tan fuerte el deseo que me provocaba, que tenía que ir al baño a masturbarme, imaginando que besaba sus carnosos y sensuales labios, acariciaba sus pechos y la poseía con pasión. El pasado verano, un domingo por la mañana temprano, al salir de casa con la intención de hacer mi footing diario, vi a Eva frente a su bungalow, junto a su coche, el cual tenía el capó levantado. La encontré, como siempre, irresistible. Vestía una falda corta de tela ligera y una amplia camiseta de algodón. Me acerqué y me dijo que tenía problemas con el coche, que no arrancaba. Enseguida pude ver que simplemente se había quedado sin batería, pero hice como si buscara alguna avería, para poder disfrutar más tiempo de su compañía. Mientras manipulaba por el motor, ella se puso a mi lado, interesada en ver cómo ...
... controlar el nivel de aceite y esas cosas, y de vez en cuando nuestros cuerpos se rozaban, lo cual me provocaba una gran excitación y el que empezara a tener una erección algo embarazosa ya que se notaba al abultar el pantalón de deporte que vestía. Finalmente le dije que necesitaba cambiar la batería y le prometí que al día siguiente, lunes, la acompañaría al taller de un amigo, el cual se ocuparía de revisar y reparar el auto. Como nos habíamos manchado las manos, me propuso entrar en la casa para lavarnos. Lo hicimos y yo me puse a lavarme las manos en el fregadero de la cocina. Ella se colocó a mi lado y, diciendo algo así como que había que aprovechar al máximo el agua en un verano tan cálido y seco, puso también sus manos bajo el chorro. Le propuse ponerse delante de mí, para estar mejor frente al grifo. Me eché un poco hacia atrás y ella se situó entre el fregadero y yo, que pasé un brazo por cada lado de su cuerpo para alcanzar el agua. Como es lógico, enseguida pegué todo mi cuerpo contra el suyo, mientras nuestras manos, ya limpias, se acariciaban y jugaban bajo el agua fresca. Tenía mi pecho contra su espalda y mi pene ya erecto y duro se frotaba contra su maravilloso culo. Empecé a besarle suavemente el cuello y los hombros, y a susurrarle lo mucho que la deseaba desde hacía tiempo y cómo me solía masturbar soñando con ella y con estar juntos como lo estábamos en ese momento. Con las manos mojadas, empecé a acariciarle los pechos sobre la camiseta, que al mojarse ...