Muñecas rusas
Fecha: 15/04/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... desde que entrara en el cuerpo. Se encontraban dentro del coche, aparcado en medio del pesado silencio que la madrugada había volcado sobre la calle, a la espera de que el "Tonimanero", un camello de tres al cuarto al que andaban vigilando, hiciera acto de presencia. Para sobrellevar las plúmbeas horas de guardia se habían enredado en una banal conversación durante la cual, pese a todo, Dehesa se las había apañado para mostrar su pegajosa personalidad, lanzándole a Susana miradas e indirectas presuntamente seductoras. Ella se evadía fijándose con disimulo en el paquete de él, tratando de imaginar su tamaño y operatividad. En esas estaban cuando el tipo apareció, al fin, luciendo ese aspecto de galán latino de discoteca y acompañado de una singular figura. Una espectacular transexual mulata de considerable envergadura y aún más considerables tetas, espalda de nadadora y unos muslos, inacabables, que podrían tronzarle la pierna al mejor defensa del Atleti. Refugiados en la penumbra de la entrada a un garaje comunitario y tras una animada conversación, el hombre se arrodilló ante ella, le levantó la falda y se extasió ante lo que bajo la misma emergió. Del tanga se desenrolló, literalmente, una descomunal trompa color chocolate, un tronco de carne que colgaba casi hasta la base del muslo. -¡Joder! –Exclamó Dehesa con admiración- ¡Menudo cacharro que gasta la hijaputa! La cabeza del tipo se movía rítmicamente alrededor del monstruoso cirio, cual devoto ofrendado ante un ...
... icono sagrado. Susana se preguntaba cómo la boca del "Toni" podía mamar aquel oleoducto humano sin que los dientes se incrustaran contra su piel o, más aún, sin que la mandíbula se le descoyuntara, cuando notó la mano de Dehesa posarse sobre su rodilla. Al no hallar resistencia se deslizó por el muslo hasta alcanzar la bragueta, abriendo Susana las piernas para facilitarle la labor. Mirándole a los ojos el hombre bajó la cremallera e introdujo los dedos dentro de la braga, mientras ella le imitaba abriéndose paso para agarrar su duro pene, constreñido dentro del rígido tejano. Inspirados por el espectáculo que se les ofrecía delante suyo, esporádicamente iluminado por los faros de los vehículos, se masturbaron pausadamente. Dehesa, notó Susana, inició el masaje del clítoris con cierta torpeza, quizá por la premura de la excitación, pero sus caricias cobraron destreza según coordinaban sus movimientos. La fuerza de la respiración de ambos aumentaba al tiempo que sus manos danzaban al ritmo de una silenciosa sinfonía, mientras más allá del parabrisas la imponente mulata, en pleno estertor, agarraba la cabeza del hombre para aplastarla contra su pubis –"si no le asfixia ni tan mal", comentó Dehesa entre suaves jadeos, provocando una sonrisa de Susana-, tras lo cual aquél se levantó limpiándose el abundante semen que rebosaba de su boca. Una vez recompuestos ambos, y devuelta –por increíble que parezca- la oscura "boa" al interior del escueto tanga, se despidieron y marcharon en ...