Relato de una sumisa desobediente
Fecha: 16/04/2018,
Categorías:
Dominación
Autor: Jolyta, Fuente: CuentoRelatos
Ser sumisa es algo que me gusta, que disfruto. Me encanta leerrelatos de dominación, aprendo mucho en ellos, sobre todo cómo comportarme, pero, en ocasiones, algo se sale de madre y ocurre lo que ocurre, un día cualquiera y de la forma menos esperada. - Ven cielo. Que suerte que te levantaste.Ya te preparé el desayuno. Hoy voy a cambiar un poco algunas cosas, eres muy rebelde y no veo que hayas progresado en laentrega a tu Señor, ¿estas de acuerdo? - Si señor, voy a portarme bien y voy a hacerle caso. No tendrá ninguna queja de mi parte. - Me parece muy bien. Ve allá, que está tu comida. Pero antes te pondré el collar, te vas a desnudar y a quedarte descalza. Quiero que te pongas esta falda corta, que será lo único que vistas hoy cuando estés frente a tu Señor. Agarro la falda y atino a irme al cuarto a cambiarme. - No te muevas de aquí -me ordena-. Vas a cambiarte delante de mí; eres mía,mi sumisa, y quiero verte. Bajo la cabeza, y asiento. Lentamente me voy sacando la ropa y sospecho que el día de hoy no será fácil, pero pongo voluntad. -Que bonita. -me das un beso suave rozando mis labios-. Ahora vete. Miro la mesa, pero no hay nada sobre ella, no entiendo donde está mi desayuno. Me señalas el suelo. Comerás así, sin manos. - Pero Señor, ¿en el suelo y sin usar cubiertos? - ¡Cállate zorrita!, ya empezaste con tus quejas; o lo haces así, o te quedas sin nada hasta la hora de la comida. Tengo hambre y me doy cuenta de que la situación no es negociable. Me pongo a cuatro y ...
... comienzo a comer el cereal, que no me gusta, que sabe mal. Elegiste una clase de cereal para niños pequeños, es muy fino y me ensucio toda la cara al comerlo. Luego comienzo a beber la leche, pero un mal movimiento hace que tumbe el recipiente y la leche se derrame. - ¡No puedes hacer nada bien, puta! -Dices enojado-. Vas a limpiar el piso, no voy a permitir que una putita como tú ensucie mi cocina... Y cambia esa cara, no veo que estés disfrutando del desayuno que preparé especialmente para tí. Agarro el trapo con desgana y limpio bastante mal, estoy enojada por cómo me tratás, así que cumplo a medias tu órdenes. - ¡Ya terminé, y yo no soy tu sirvienta! Te miro desafiante, veo como cambia la expresión tu cara, pero te mantienes en calma. Tu voz no suena enojada y creo que me salí esta vez con la mía. Estás sentado en una silla, cerca de mí, y me pides de buen modo que me acerque. - No me gustó para nada tu comportamiento, ¿crees que eso es lo que espero de ti? ¿No puedes hacer nada bien sin que tenga castigarte? - Es que yo no puedo comer así, y a mi no me gusta limpiar. - Hay algo que tu no entiendes, y voy a tener que enseñártelo de otra manera. He tenido paciencia, he sido bueno contigo, pero esto no se trata de lo que a ti te guste o desees. Eres mía y voy a usarte como me plazca. - ¿Tu sabes por qué aprecio esta mesa? - No la veo diferente a otras mesas. Es de uso corriente, creo... ¿O no? - Te equivocas. Ven, te lo mostraré. Túmbate boca abajo sobre ella y sujétate del ...