Llevando a Edith a su casa
Fecha: 19/04/2018,
Categorías:
Infidelidad
Confesiones
Autor: nagash74, Fuente: CuentoRelatos
Hace un par de meses, en la oficina, empecé a tratar un poco más a Edith una chica linda y atractiva, me llamaba la atención siempre que nos cruzábamos en el camino. Edith es una chica de 22 años, es delgada y de cabello lacio color castaño, mide aproximadamente 1.70 de altura, sus piernas son delgadas, es poseedora de una bonitas nalguitas que están bien paradas y redondas. Su cintura es delgada y le hace ver un cuerpo espectacular, así como sus senos que a pesar de no ser muy grandes, están firmes y dignos de observar. A Edith le gusta vestir muy sugerentemente, casi siempre anda con pantalones ajustados a las caderas y de blusas de tirantes; siempre usa zapato de tacón que le ayuda a realzar sus nalguitas y le ayudan a ver sus piernas más torneadas; usa lencería de encaje blanca preferentemente y muy pequeña. En una ocasión después de una cena a la que fuimos invitados todos los compañeros de trabajo, para festejar el aniversario del despacho, me ofrecí a llevarla a su casa ya que su novio no había podido asistir al evento. En el camino a su casa yo le confesé que me gustaba y que me atraía muchísimo, y ella contesto tajante que eso no podía ser, que ella estaba comprometida con Ricardo y que nunca le había sido infiel. No le insistí, por la decepción que me había causado su respuesta, por lo que decidí no volver a tocar el tema. Antes de llegar a su casa, me dijo que me estacionara para no dejarla frente a su casa o donde su pretendiente pudiera vernos. Yo le comenté que ...
... si nos veía me lo tenía que agradecer por llevarla sana y salva, pero ella no lo vio así. Total me estacioné cerca de su casa, se despidió de un beso en la mejilla y me dijo: “sólo tengo una duda Paco, es verdad lo que me dijiste?”, yo sólo asentí con la cabeza pero insistí en que no volvería a mencionarlo y que me quedaba claro que eso no podía ser; y respondió: “lo que pasa es que tú también me gustas y me he dado cuenta de cómo me miras y como hace lo posible para estar cerca de mí, y la verdad que me encanta que lo hagas”. No la deje terminar y me acerque lo suficiente sin besarla para decirle si podía besarla. Al principio trato de alejarse pero no la dejé, le fui dando pequeños besos, y ella fue cediendo, hasta que no puso mayor resistencia. Comenzaron las caricias por todo su cuerpo, pase mis manos por su cara, por sus senos que se encontraban aprisionados por una linda blusa de generoso escote, sobándolos cuidadosamente, por sus piernas que lucían radiante con esa minifalda negra ajustada a su cadera, puse una de mis manos entre sus piernas para sobarla con un poco más de fuerza. Entonces se separó y dijo: “no puedo hacerle esto a Ricardo, nos vamos a casar en unos meses”. Como si no la hubiera escuchado arranqué y me fui a buscar un motel, para no estar en la calle. Al llegar a la habitación, sin más preámbulo se desvistió pidiéndome lo mismo, para no tardarnos ya que su prometido la esperaría en su casa hasta que llegara. Desnudos en la cama, ella me beso suavemente ...