En la playa - Relatos Eróticos

En la playa

Era una tarde calurosa de verano cuando Sebastián, un joven de 23 años, decidió que este año las vacaciones serían diferentes. Su madre había fallecido cuando él tenía apenas 10 años, y desde entonces su padre se había casado con Clara, una mujer amable y cariñosa, pero que siempre había tenido dificultades para ganarse completamente su confianza. A pesar de los años transcurridos, Sebastián sentía una barrera invisible entre ellos, algo que no lograba superar.

Esa tarde, mientras veía fotos de sus vacaciones pasadas con amigos, tuvo una idea. “¿Por qué no invitar a Clara? Tal vez esto nos ayude a conocernos mejor”, pensó. Sabía que su padre se encontraba ocupado con su trabajo y que su madrastra había estado algo sola últimamente. Sebastián decidió llamarla.

— Hola, Clara, ¿cómo estás? — dijo Sebastián, con un tono relajado pero sincero.

— Hola, Sebastián, estoy bien, ¿y tú? — respondió ella con una voz cálida, como siempre.

— Estaba pensando que este año podríamos ir a la playa, sólo tú y yo. Mi padre está ocupado, y creo que sería una buena oportunidad para pasar tiempo juntos, para... conocernos mejor, ya sabes.

Hubo un silencio al otro lado de la línea, seguido de un leve suspiro.

— Sebastián, eso suena… muy lindo. No esperaba que me lo propusieras, pero me parece una excelente idea. — dijo Clara, con una sonrisa en la voz.

El joven sintió una mezcla de alivio y felicidad al escuchar la respuesta. Clara nunca había sido intrusiva, siempre ...

... respetuosa, pero él sentía que este gesto podía ayudar a aliviar la distancia que aún existía entre ellos.

La playa era un lugar especial para Sebastián. Había crecido cerca del mar y disfrutaba de cada rincón: el sonido de las olas, la brisa suave, el sol que bañaba la piel. Pensó que, quizás, compartir esa conexión con Clara sería un paso hacia algo más cercano, más genuino.

Un par de días después, llegaron al destino, un pequeño pueblo costero con playas de aguas cristalinas y arenas doradas. El aire salado les daba la bienvenida mientras caminaban juntos por la orilla, con el sonido del mar como banda sonora.

— Nunca imaginé que terminaríamos aquí, solos. Pero me alegra mucho que hayas pensado en esto — comentó Clara mientras se quitaba los zapatos y sentía la arena entre los dedos.

Sebastián la observó, sorprendido por su sinceridad. El ambiente relajado y la belleza del lugar parecían borrar cualquier tensión que quedaba entre ellos.

— Yo tampoco lo imaginaba, pero ahora que estamos aquí, me parece lo mejor — respondió Sebastián, con una sonrisa tímida.

Durante esa semana, ambos compartieron largas caminatas, risas, y conversaciones más profundas de lo que Sebastián esperaba. Aprendió de Clara, no solo como su madrastra, sino como una persona llena de historias y sueños. Clara, a su vez, descubrió a un joven lleno de inquietudes, con una visión del mundo que le hizo admirarlo aún más.

El viaje fue más que unas simples vacaciones. Fue el comienzo de una ...