Secretos de familia. La tía es mi puta (Parte 1)
Fecha: 21/04/2018,
Categorías:
Incesto
Sexo con Maduras
Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos
... El resto de la velada pasó con normalidad el primer escollo fue sorteado con facilidad. En la despedida de la pareja, Nené me saludó con un beso y cuando se arrima me dice al oído: - Me gustó mucho, quiero ser tuya, volver a hacerlo. Esto es mi regalo, tiene tu leche y mi calentura. Me dejó su tanga como obsequio. A partir de ese momento nada sería igual, sentía que era el amante de la tía Nené, había probado el placer de la conquista, sentía que había sometido su deseo, dominado su voluntad, satisfecho sus ganas de sexo. Dos días más tarde recibo un llamado avisando que estuviera atento, que debían venir a casa a retirar una documentación. Cada vez que tuvo la oportunidad me dijo que me necesitaba, que estaba re-caliente. En un momento sufrió el tropiezo, totalmente inventado, y que cómo le dolía bastante, pidió si podía conducir el auto hasta su casa, obviamente mi madre me “ofreció” para hacerle de chofer. El breve viaje alternaba con paradas para una sesión de besos, las caricias íntimas crearon el tórrido ambiente pletórico de erotismo y deseo en su máxima expresión. Llegamos a su casa, abrió el portón con el control remoto, ingresamos y cerró del mismo modo, ahora sin bajarnos nos trenzamos en un abrazo que nos llevó al cielo, las ganas de la tía competían contra la tiranía del tiempo, con la premura del caso se apresuró para poder acceder a un “rapidito”. Tan pronto bajó nos abrazamos, le metí mano para aprenderme de memoria la geografía de sus curvas, un beso de ...
... esos que se llevan el alma, se dejó voltear, apoyó las manos sobre el asiento para ofrecerme el ángulo perfecto para penetrarla bien profundo. Empujé hasta casi dejarla tendida sobre el asiento, el culo al aire, bajé la tanga y lamí su sexo hasta hacerla delirar de placer, sentir los jugos de mi hembra me ponían a mil, solté el cinto y dejé que pantalón y calzón queden en mis tobillos. Con la pija en la mano, “pinté” los labios de esa conchita que lucían el barniz de la calentura. Apoyé la cabezota en la vulva, la tomé de la cintura y se la mandé con brusquedad, la rudeza produjo un gemido que sonó a gloria cuando entré bien hondo, otro ahogo por la intensidad, la conmueve y deleita. - Quiero sentir como se queja mi putita! - Sí, sí, empújame más, soy tu puta, Tu puta! Cógeme, mi macho, Cógeme!!! Establecimos esa sintonía, el metisaca producía los jadeos propios de una hembra que recorre el camino del placer, siente el fragor y la intensidad de la rudeza con que horado su sexo. El bombeo intenso la lleva nuevamente a sentir el orgasmo con la intensidad de sentir la verga hasta el ahogo. - Animal, animal, sé más suave, me duele, me duele… - Más suave la quieres? - No, no!!! Me duele pero me gusta, No me hagas caso, dame más, dame más fuerte mi macho, rómpeme no me importa, quiero sentirte. No pares, nooo pareeeessss…. Se cortó el monólogo, la emoción de la inminencia del orgasmo le impide hablar, solo se agita, moviéndose hacia atrás, empujando hacia mí, quiere más dentro, más ...