Lezdom - Relatos Eróticos

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... aflorar en nuestros cuerpos. Intenté cambiarle sus ataduras como pude, estaba mucho más extasiada que yo por lo que no me supuso mucho esfuerzo. La até llevé a la silla y la até ahí de pies y manos. Me desvestí delante de ella y me tumbé a la cama para dormir. No sé que pasó. Ni cómo lo hizo. No me acuerdo de nada. Ni me di cuenta. Al día siguiente yo estaba atada en la silla. Vestida como si de una prostituta me tratase con un corsé, un tanga y las piernas abiertas. Me cogieron del pelo. Era ella reconocí sus manos, me susurró que de esta me iba a acordar toda la vida y antes de irse pintó en el espejo con Carmín Soy una ... Úsame. Casi una después entró Susana. Sentí vergüenza. Pero también excitación. Me vio atada a una silla, vestida con mis mejores prendas sexuales que a ella siempre le habían excitado y con un delicioso mensaje en el espejo. Hoy, tres años después, no he vuelto a salir de aquella casa desde entonces. Ahora la esclava sexual soy yo.