Promoción del 93. Capítulo 50
Fecha: 02/10/2025,
Categorías:
Grandes Series,
Autor: MujerQueDesea, Fuente: TodoRelatos
La reunión avanzaba con esa naturalidad que da el paso del tiempo y la ausencia de presiones. En torno a la mesa larga, los viejos amigos se mezclaban con las parejas actuales, con las anécdotas recicladas y con brindis a destiempo. Marisa se sentía curiosamente cómoda, a pesar de la diferencia de edad con la mayoría. Reía con soltura, preguntaba con genuino interés, y más de uno le había dicho a Félix que tenía “una compañera encantadora”.
—Te debo una quedada con mis amigos treintañeros, ¿eh? —le susurró ella con una sonrisa traviesa mientras él regresaba con bebidas—. Esto me está encantando, pero ya sabes… igualdad generacional.
Félix se rió, y besó con ternura la comisura de sus labios. Le gustaba verla así, integrada, luminosa. Había algo en ella que aligeraba el peso de todo lo demás.
Un rato después, Félix se levantó para ir al baño. De vuelta, justo al doblar el pasillo que conducía al salón principal del restaurante, se encontró de frente con Isabel. Ella estaba sola, como si también acabara de salir de algún pensamiento interno. Se detuvieron en seco. No hubo torpeza ni dramatismo, solo una pausa cargada de historia.
—Hola, Félix —saludó ella con voz serena, mirándole a los ojos.
—Isabel… —respondió él, devolviendo la mirada sin apartarse.
—¿Tú crees que tu relación con Héctor es ya del todo irreconciliable? —preguntó Isabel sin rodeos, sin adornos.
Félix dudó. No porque no supiera la respuesta, sino porque pesaba demasiado decirla en voz ...
... alta.
—Lo que pasó… lo de Aurora aquella noche —empezó, con tono bajo—. Si en efecto hubo algo más, algo fuera de su voluntad… Isabel, eso es demasiado grave.
Isabel entrecerró los ojos, con una mezcla de sorpresa y preocupación.
—¿Insinúas que Héctor le hizo algo? —preguntó.
—No lo sé —admitió Félix—. Ella no recuerda todo con claridad. Se sintió confundida. Vulnerable. Y tú estabas allí. Con Héctor.
Isabel suspiró, bajando un momento la vista.
—Félix… Héctor podrá ser muchas cosas. Arrogante, pagado de sí mismo, un hombre que colecciona conquistas como quien cambia de coche… pero jamás, jamás haría algo así a una mujer. No lo conozco solo como amante pasajero, sino como persona. Sería incapaz.
Félix tragó saliva. Quería creerle, pero una duda enraizada se negaba a marcharse.
—Quiero pensar que tienes razón —respondió—. Pero, ¿y si no la tienes?
Isabel no dijo nada por un instante. Luego, con una leve inclinación de cabeza y un atisbo de tristeza, añadió:
—Entonces será un monstruo mejor disfrazado de lo que jamás imaginé. Puede que fuese otra persona la que lo hiciera, algún camarero por ejemplo. O quizá algo de la cena que le sentó mal.
Un camarero pasó cerca, y ambos retomaron sus posiciones. Félix asintió cortésmente y se despidió con un breve “nos vemos dentro”, sin girarse. Isabel le observó marchar con un gesto difícil de leer: tal vez era dolor, tal vez solo cansancio.
Dentro, Marisa levantó una ceja divertida al verlo regresar.
—¿Te ...