1. Umbral I El Inicio del Desequilibrio


    Fecha: 17/10/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: GRQ, Fuente: TodoRelatos

    ... acercarla al borde. Cómo mantenerla ahí.
    
    —Estás jadeando como una puta —le dijo, sin suavidad—. ¿Eso eres?
    
    Sofía no respondió.
    
    Un azote seco, justo en una de sus nalgas, la hizo gritar.
    
    —Te he hecho una pregunta.
    
    —Sí —dijo ella, entre dientes—. Lo soy.
    
    —¿De quién?
    
    —Tuya.
    
    —Repítelo.
    
    —Soy tu puta.
    
    Otro azote. Más fuerte. El sonido seco. La piel ardiendo.
    
    Y sin embargo, la humedad seguía creciendo entre sus piernas.
    
    Bruno le tomó el cuello por detrás, sin apretar, solo sujetándola.
    
    —Y no te vas a correr —repitió—. Vas a quedarte ahí, al límite, con mi mano dentro, pero sin alivio. Porque eso es lo que mereces por desobedecer.
    
    Sofía gemía ya sin vergüenza.
    
    Bruno deslizó los dedos entre sus labios, esta vez entrando. Despacio. Dos. Luego tres. Su palma rozando el clítoris en cada movimiento.
    
    La llenaba.
    
    La dominaba.
    
    Y aún así…
    
    —Todavía no —dijo él.
    
    Ella sollozó.
    
    No de dolor.
    
    De placer contenido. De frustración. De gozo insoportable.
    
    Bruno bajó la voz.
    
    —Estás aprendiendo a obedecer con el coño. Pausa. —Y lo estás haciendo bien.
    
    Sofía ya no sabía cuánto tiempo llevaba así.
    
    Las mejillas contra la pared. Las palmas abiertas. Las piernas temblorosas, el cuerpo mojado. El calor entre sus muslos era insoportable. Su centro, completamente abierto. Invadido. Humillado. Vivo.
    
    Y Bruno… seguía dentro.
    
    Sus dedos entraban y salían con una cadencia medida. No buscaban el orgasmo. Buscaban el control. La prueba. ...
    ... La rendición.
    
    Y ella estaba al borde.
    
    —Bruno… —susurró.
    
    —No hables.
    
    Otro movimiento. Más profundo. Más lento. La palma frotando justo donde más dolía. Donde más quería.
    
    Sofía gimió.
    
    —¿Estás a punto? —preguntó él, con voz grave.
    
    —Sí… joder, sí…
    
    —¿Quieres correrte?
    
    —Por favor…
    
    —No.
    
    La palabra cayó como una losa.
    
    Y con ella, Bruno detuvo la mano.
    
    Sofía se quejó en voz alta, un gemido abierto, crudo. Como un lamento ahogado que no sabía si era de rabia o de deseo.
    
    Él no se inmutó.
    
    Sacó los dedos con lentitud. Los dejó colgando, húmedos, brillando con su excitación. Luego se los pasó por la lengua, sin mirarla.
    
    —Sabes bien.
    
    Ella apoyó la frente contra la pared. El cuerpo le ardía. Las piernas no la sostenían. Sentía que si no se corría pronto, iba a llorar.
    
    Bruno se colocó detrás de ella. Le acarició la nuca con los nudillos. Su voz sonó firme, sin dulzura.
    
    —Esto es el castigo, Sofía. Y lo vas a recordar.
    
    —Por favor… —susurró ella, con la voz quebrada.
    
    —¿Por favor qué?
    
    —Déjame…
    
    —¿Terminar?
    
    Ella asintió.
    
    —No.
    
    Pausa.
    
    —Hoy no mereces ese regalo. Hoy solo mereces saber que me perteneces incluso cuando no te doy lo que suplicas.
    
    Sofía se derrumbó sobre sus propias rodillas. Las palmas contra el suelo. El pecho jadeando. El alma hecha un nudo.
    
    Y Bruno, de pie, firme, la observaba desde arriba.
    
    —Vístete.
    
    Ella no se movió.
    
    —¿Te lo tengo que repetir?
    
    Sofía se incorporó como pudo. Se subió el ...
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