Umbral I El Inicio del Desequilibrio
Fecha: 17/10/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: GRQ, Fuente: TodoRelatos
... Porque no era la caricia: era el permiso no pedido. El gesto de alguien que sabe que puede.
—¿Quieres que me detenga? —preguntó.
Ella tardó un instante en responder.
—No lo sé.
Bruno ladeó la cabeza.
—Esa no es una respuesta válida. En mi clase, no hay grises.
Le colocó una mano en la espalda baja, firme, y la acercó un poco más.
—Aquí solo hay dos opciones: o mandas tú… o mando yo. Y te prometo que, si me dejas mandar, vas a aprender a bailar como nunca.
Sofía sintió que el suelo se le movía bajo los pies.
Pero no retrocedió.
Sofía no retrocedió. Pero tampoco habló.
El silencio se hizo espeso. El zumbido de los fluorescentes era lo único que se colaba entre ellos, junto al sonido casi imperceptible de su respiración acelerada. La mano de Bruno seguía en la base de su espalda, cálida, firme, sin urgencia. No la empujaba. No la retenía. Solo estaba ahí. Como una amenaza suspendida.
—¿Has oído hablar del control del eje? —dijo él, en tono casi casual.
Sofía frunció el ceño, sin entender.
Bruno se inclinó y le susurró al oído:
—Cuando el cuerpo se rinde al centro, el resto obedece. El tronco manda. La pelvis escucha. Las piernas se pliegan. Hizo una pausa. —Como tú vas a hacer conmigo.
Ella tragó saliva. Su cuerpo entero se estremeció. No era solo lo que decía. Era cómo lo decía. La voz le vibraba dentro, como si la piel no pudiera contenerla.
—Mírame —ordenó.
Sofía alzó la mirada. Bruno la sostenía con una calma brutal. No ...
... había prisa, ni ansiedad, ni seducción barata. Solo una certeza devastadora en los ojos.
—Estás empapada —murmuró—. Y no es solo por el ejercicio.
El rubor le subió a las mejillas como una llamarada. Ella quiso desviar la vista, pero él no se lo permitió. La tomó de la mandíbula, sin apretar, solo guiándola.
—¿Quieres saber por qué te elegí a ti? —preguntó.
Ella no respondió. El corazón le latía tan fuerte que sentía el eco en los oídos.
Bruno bajó la voz aún más, tan cerca que su aliento le acariciaba el cuello.
—Porque eres de esas que fingen que pueden con todo, pero en el fondo, están deseando que alguien las doblegue.
Sofía cerró los ojos un instante. El vértigo era real. No físico. Psicológico. Su estómago estaba en un nudo. Su entrepierna, caliente.
—No soy una sumisa —murmuró.
Bruno se rió bajo, con desprecio.
—Claro que no. Todavía. Se separó un paso, pero la seguía mirando. —Pero lo vas a ser. Y cuando lo seas… no va a quedarte ni una pizca de vergüenza.
Ella lo miró, temblando.
Bruno no dijo nada más. Solo levantó la mano y le acarició el rostro con el dorso de los dedos. Un gesto suave. Sorprendentemente suave.
—Vuelve mañana —dijo sin más—. Y llega temprano. Muy temprano.
Sofía abrió la boca, pero no salió nada.
Él ya le daba la espalda.
Y mientras Bruno se alejaba, ella se dio cuenta de algo que no quería admitir:
No sabía si quería obedecerle.
Pero sabía, sin ninguna duda, que lo iba a hacer.
Sofía cerró ...