Umbral I El Inicio del Desequilibrio
Fecha: 17/10/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: GRQ, Fuente: TodoRelatos
... resaltara. Pero tampoco nada que ocultara cómo se sentía: expuesta, tensa, expectante.
Empujó la puerta del estudio.
Dentro, solo una luz lateral encendida. El equipo de música en silencio. La barra de estiramientos vacía. Y él.
Bruno estaba allí.
Solo. Apoyado en el marco del ventanal. Camiseta blanca ajustada, pantalón de chándal gris claro, descalzo. Parecía haber estado esperándola desde hace horas.
—Llegas puntual —dijo sin volverse.
—Me lo pediste —respondió ella, intentando sonar neutra.
—No. Te lo ordené.
Se giró.
Sus ojos la recorrieron de arriba abajo sin disimulo. Como si la evaluara por segunda vez, ahora con un propósito distinto.
—Quítate la sudadera.
Sofía obedeció. Sin decir palabra. El cierre bajó con un clic suave, y ella se la quitó despacio, revelando una camiseta de tirantes negra debajo. El aire fresco le acarició los brazos, aún tensos.
Bruno caminó hacia ella, sin prisa.
—Hoy no vamos a bailar.
Ella tragó saliva.
—¿Entonces?
Él se detuvo a medio metro.
—Hoy vamos a trabajar tu postura. El control de tu centro. Tu equilibrio.
Levantó una ceja.
—¿Sabes cuál es tu problema, Sofi?
—Dímelo tú —respondió ella, con un deje de ironía.
Bruno sonrió, sin humor.
—Tú crees que estar tensa es estar fuerte. Y no. Una sumisa tensa es una sumisa que se rompe al primer empujón.
Ella abrió los ojos. El término había sido lanzado como una piedra. Frontal. Intencionado.
—¿Sumisa?
—¿He ...
... mentido?
Silencio.
Bruno dio un paso más. Estaba tan cerca que podía tocarla con solo inclinar la mano. Pero no lo hizo.
—Levanta los brazos. Lentos. Hasta los lados.
Sofía obedeció.
—Ahora, cierra los ojos.
Lo hizo.
Sintió su respiración. Sintió el vacío. Y entonces, sin aviso, las manos de Bruno sobre su cintura. Firmes. Directas. Ajustándola, no acariciándola.
—Así no. —Su voz era grave, caliente—. Estás inclinando la pelvis hacia atrás. ¿Estás escondiendo algo?
—No.
—¿Segura?
Una de sus manos bajó lentamente, ajustando la postura de sus caderas, pero se quedó ahí. Apoyada. Presente.
—Esto es parte de tu centro. ¿Sabes lo que pasa cuando no sabes manejar tu centro?
Sofía negó, los ojos aún cerrados.
Bruno se inclinó.
—Te lo quitan.
Ella contuvo el aliento.
Él bajó la voz aún más.
—Quiero que mantengas los brazos en alto. Vas a sostener esta postura durante cinco minutos.
—¿Cinco minutos así?
—O te vas. Ahora.
Ella apretó los dientes. No se movió.
—Buena chica.
Bruno se alejó unos pasos. Su mirada no se apartó de ella.
—Cinco minutos sin bajar los brazos. Sin abrir los ojos. Sin hablar.
Se sentó en el banco de madera frente a ella.
Y esperó.
Sofía empezó a notar el calor. El peso. La tensión en los hombros. Pero no bajó los brazos.
Porque en el fondo, muy en el fondo, no quería irse.
Quería que él se quedara mirando.
Quería que él mandara.
Quería… más.
Dos minutos.
Eso pensaba Sofía. O al ...