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Con mi hijo tuvimos el sexo más loco en Japón (1)
Fecha: 31/10/2025, Categorías: Incesto Autor: tranque, Fuente: CuentoRelatos
... hacer reverencias y sonreír. Durante todo el viaje no dejó de remarcar la amabilidad de Nakamura, que era el mejor líder del mundo, que estaba ansioso por conocerme y que disfrutemos del hotel, que íbamos a tener todo a nuestra disposición, que ella nos acompañaría y sería nuestra asistente personal. También nos dijo que el señor Nakamura nos vería en unos días, pero que no podía especificar que día por un tema de seguridad. No sabía que quería decir con eso de “asistente personal”, pero supuse que es algo que hacen por costumbre en Japón. Llegamos al hotel, era una especie de casa tradicional, rodeadas de árboles y cañas de bambú, solo se escuchaba el canto de los pájaros, apenas entramos tomamos conciencia de lo lujoso que era. Hana se nos adelantó y empezó a hablar en japones con la recepcionista, por lo que no llegamos a entender nada, pero por el tono imperativo que usaba, era como si le estuviera dando órdenes a una esclava. Después se nos acercó otra empleada vestida con la misma ropa que la recepcionista, un traje tradicional japones o eso supuse, parecía como una especie de geisha. Nos hace una pequeña reverencia y nos indica que la sigamos, los tres la seguimos en fila por el pasillo y nos dejó en la puerta de la última habitación del pasillo, solo entramos yo, mi hijo y Hana. Quedamos sorprendidos por el lujo y el minimalismo de la habitación, grandes espacios y altas paredes, una cama inmensa, una especie de yacusi pegado a un baño y una pared vidriada ...
... que asomaba a una especie de pileta de aguas termales. Estábamos sin palabras mirando el vapor que emanaba de las aguas. Sobre la cama había dos batas o por lo menos eso parecía y a su lado unas toallas acomodadas simétricamente. Hana llama a mi hijo, con voz suave y en el perfecto español que hablaba, se para delante de él y le empieza a sacar la ropa, no sé porque no me salieron palabras, a Luis tampoco, tal vez era la función de “asistente personal”, lo hacía con total naturalidad, el silencio del momento sólo se interrumpía por algún movimiento del agua termal salpicando sobre las piedras. No pude apartar la vista, no podía parar de ver como desnudaba a mi hijo, aunque la habitación no tenía prendida ninguna luz, el reflejo del sol que entraba por el ventanal se posaba sobre el cuerpo de mi hijo y las manos de Hana que lo desvestían. El silencio lo rompió Hana cuando le baja la ropa interior y queda el pene de Luis a pocos centímetros de su cara, se escuchó “Kyodaina penisu”, no tenía idea que había dicho, pero yo hubiera dicho lo mismo. Hacía años que no le veía el pene a mi hijo y me sorprendió igual que a Hana, era gigante, le colgaban como veinte centímetros, con el grosor del brazo de un bebé. Luego lo cubre con la bata y le entrega la toalla. Me llama, no podía negarme, podía ser una falta de respeto a sus tradiciones, solo una excusa, en realidad mi subconsciente quería que me desnude delante de mi hijo. Luis miraba desde el otro lado de la cama, sentía una ...