Esperando al autobús - Relatos Eróticos

Esperando al autobús

Diluviaba y la para del autobús se iba llenando de gente resguardándose bajo su techo. Yo estaba en una de las esquinas traseras y detrás de mi había un cincuentón que aprovechó la situación para restregar su paquete en mi culo. A mí me pareció mal y giré la cabeza con cara de desaprobación, pero, como soy una guarra, me alcé la falda disimuladamente para darle un espectáculo. Llevé mi mano a su paquete y le bajé la bragueta. Él se desabrochó el botón y se sacó la polla. Parecía que nadie se daba cuenta de nuestro juego y seguimos.

Me bajé las bragas lo imprescindible para que su pene entrase en contacto con mi coño. En cuanto se empalmó me lo metió de golpe. Yo solté un quejido que intenté disimular con una tos. Casi no nos movíamos para no llamar la atención, pero la situación era tan excitante que no hacía falta más movimiento que el que ya teníamos.

Pasaban autobuses y la parada se iba vaciando. Un viejo se dio cuenta de lo que estábamos haciendo y se quedó mirándonos en silencio. Se le notaba la erección bajo el pantalón. A mí excitó que nos observara y no le dije nada al otro por si se le cortaba el rollo. Tuve un orgasmo mientras le mantenía la mirada al viejo. Mi follador se corrió dentro de mi coño. Pasé la mano por su pene para recoger las últimas gotas y me lamí los dedos para limpiármelos. Me subí las bragas, que acabaron llenas de leche y él se subió en el siguiente autobús sin despedirse, fingiendo que no había pasado nada.

El viejo no dejó de mirarme y, justo cuando fui a subirme a mi autobús, yo acabé dándole mi número por si algún día se animaba a ser el protagonista.