Con el abuelo en la residencia - Relatos Eróticos

Con el abuelo en la residencia

Los abuelos estaban ya mayores y se fueron a vivir a una residencia. Cuando fuimos a visitarlos me di cuenta de que todos los viejos, hombres y mujeres, estaban muy salidos. Yo, que siempre me ha gustado sentirme deseada, me presenté la siguiente sin ropa interior y con un vestido corto que dejaba ver todo. El vestido no trasparentaba, pero era de croché, por lo que se veía todo por los agujeros. Blanco, apretado y cubriendo lo mínimo.

La abuela se había ido a la piscina a hacer ejercicio, por lo que estuve a solas con el abuelo.

- Muy ligerita vas tú. - Me dijo el abuelo mientras con las manos me pedía que me sentase en su regazo.

Yo lo hice haciéndome la tonta. Él no intentó nada, pero no dejaba de mirarme el escote mientras hablábamos. Mis tetas no son grandes, pero tienen una forma muy bonita. Yo le abracé la cabeza y la estrujé contra mis tetas. Mientras no lo soltaba me meneé para que mis tetas se balancearan justo en su cara. Para mí, hasta ese momento era un juego inocente, pero él se empezó a empalmar. Al notar su erección en mi culo me puse muy cachonda. Moví mi culo para frotarlo con su paquete y que se pusiese más cachondo.

Él me sacó las tetas del vestido y se las comió. Yo le saqué la polla del pijama y, como llevaba un vestido muy cortito, casi no hizo falta que me lo remangara. Lo cabalgué con ansia. Me bajé de él y le lamí la polla hasta que se corrió en mi cara. No quise irme sin tener un orgasmo, y al él se le hacía la boca agua mirando mi coñito depiladito. Me lo comió hasta que estuve satisfecha. No lo hizo muy bien, pero su rudeza me mojó y no me costó correrme.

Salí de allí sin ver a la abuela. Paseándome por los pasillos con el semen de mi abuelo en mi cara como si nada. Noté como los viejos, y alguna vieja, me miraban con más deseo que la otra vez.