1. El amor de mi esclava


    Fecha: 28/04/2018, Categorías: Dominación BDSM Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos

    ... elevación, coloqué mi mano derecha sobre su nuca y apreté la cabeza contra el colchón, recordándole que los hombros debían continuar apoyados sobre la cama. Lentamente su culo fue subiendo hasta llegar a la posición deseada, entonces le abrí un poco más las piernas y para luego descubrir el valle penetrado. Mi pija lucía enhiesta y orgullosa perforando ese ano virgen e impenetrado. Sin embargo, cerca de un tercio de su longitud aún no había sido albergado por los intestinos de la violada fémina. Bajé mi cabeza y escupí reiteradas veces sobre el tronco invasor justo en el borde del rasgado anillo, que estaba sometido a una máxima tensión dando la impresión de que iba a rasgarse en cualquier momento. Cuando me pareció que ya estaba adecuadamente salivado, la tome nuevamente de las caderas y reinicié la placentera penetración. Mi miembro ingresaba gozosamente en el caño receptor cuyo portal se iba acomodando más y más al diámetro agresor. Logré la irrupción total, mi vientre chocó contra la parte superior de su abierto culo mientras mis oscilantes huevos impactaban una y otra vez contra su concha. Una vez adentro detuve el movimiento, permaneciendo en el fondo del oscuro túnel. Cambié la dirección de mis manos y mientras los dedos de mi mano derecha toqueteaban y restregaban su clítoris, mi índice izquierdo ingresaba en su tubo vaginal, percibiendo el nacimiento de sus flujos en su carrera al exterior. Lo acompañé con el mayor y ambos apéndices acariciaron y sobaron el ...
    ... interior de Claudia mientras amasaba, al mismo tiempo, su apéndice cada vez más congestionado y crecido. Empecé a percibir que la violada víscera se había acostumbrado, el dolor había comenzado a remitir y empezaba a crecer el placer irradiándose desde las ingles hasta el cerebro. La base de mi miembro sentía como el esfínter se contraía en torno a él y lo iba aprisionando. Comencé a meter y sacar el miembro sin dejar de acariciar el placentero garbanzo. Mis dedos invasores ya estaban bañados en el jugo visceral de la excitada hembra. Tomé un poco de ese flujo, extraje mis dedos y en un momento en que mi miembro estaba parcialmente afuera lo diseminé sobre el mismo y sobre el borde del ano que lo contenía. Tomé las caderas y comencé a meter y sacar de una manera cada vez más impetuosa, más violenta. Apreté, sobé, acaricié y restregué el clítoris tratando de extraerle todo el placer posible. Mi leche subía desde mis huevos y se amontonaba en mi uretra esperando la expulsión final. Podría haber pasado inadvertida, pero vi como giraba un poco la cabeza hacia atrás, me dirigía su mirada y esbozaba una sonrisa. Le respondí con otra sonrisa. Con una sonrisa y con media docena de azotes no demasiado fuertes que llovieron sobre su culo después que me eché hacia atrás y extraje mi miembro de su estrecha vaina. No fueron demasiado fuertes pero la tensión que la postura generaba en su piel y en sus músculos acrecentó el impacto recibido, lo que fue confirmado por sus estremecimientos y sus ...
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