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El amor de mi esclava
Fecha: 28/04/2018, Categorías: Dominación BDSM Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos
... bailasen una enloquecida danza generadora de profundas ondas de dolor y de placer. Era evidente que era mayor el dolor que el placer. - Creo que el mejor sitio son las tetas. Me parece que en tetas y concha es donde más lo vas a disfrutar. Acaricié sus senos aprisionados por los broches. Estaba logrando que el temor sea su sensación preponderante. El cuerpo temblaba aunque ni un sonido salía de su boca. Mientras continuaba acariciando los pechos con el látigo por sobre un hombro, me coloqué detrás, levante mi mano y sacudí su culo con una rápida sucesión de golpes que descendieron sobre sus grupas haciendo que estas danzasen al ritmo del castigo impartido. Luego repetí los chirlos, pero en sentido ascendente impactando la unión de glúteos y muslos. Sabía que era una zona muy sensible y sus quejidos lo confirmaron. Retiré el látigo apoyándolo sobre la mesa. Me acerqué a ella. - ¿Cuero o madera? - Lo que mi amo quiera. Lo que le produzca más placer. Era evidente que había entendido el juego y lo estaba jugando con todas sus ganas demostrando su avidez por lograr la superación de la prueba. Su entrega era conmovedora y logró enternecer hasta mi faceta sádica. Decidí suprimir las fases intermedias e ir directamente a la comprobación final. Solté el freno de la rueda y la puse a Claudia cabeza abajo. Me agaché y acercándome al oído susurré. - Ahora viene lo bueno. Vas a recibir entre 50 y 100 azotes en tu concha, para eso tenés las patas bien abiertas. Te aseguro que te vas ...
... a retorcer del suplicio y tus chillidos van a traspasar los muros. Te vas a arrepentir de haberme conocido y hasta de haber nacido… - Jamás me voy a arrepentir de haberte conocido. Te entregué mi vida y lo sigo haciendo. Si torturarme así te trae placer hacelo, estoy a tu disposición. Todo mi cuerpo te pertenece, usalo, abusalo, destrózalo… es todo tuyo… yo soy toda tuya… Coloqué el látigo sobre el borde de la mesa y junto a él puse la vara de bambú. Le saqué los broches de los labios de su concha y del clítoris. Tomé el azote y acaricié su sexo con las cuerdas de cuero. Lentamente hice circular los extremos entre sus labios. Apoyé la punta del mango sobre la vagina y presioné hacia abajo haciendo que ingresase un trecho en su conducto. Lo extraje y las lenguas apellejadas lamieron las caras internas de sus muslos. Lo levanté sobre mi hombro, apunté hacia la ingle derecha y lo bajé con toda la potencia de mi brazo. El impacto fue espeluznante. Su contorsión y su aullido lo testimoniaron. No esperé y lo descargué contra la otra ingle y luego toda mi energía corrió a lo largo de esos cueros cuando descendieron sobre su concha. El espectáculo fue pavoroso, mi pija endurecida al máximo luchaba por librarse de la prisión de mis calzoncillos y pantalones, mi erección era plena, mi ardor incontrolable, mi excitación me enceguecía. Me agaché y cariñosamente besé y lamí su castigado sexo. Fui hasta la mesa y agarré la vara de bambú. La posición en que ella estaba me brindaba la ...