1. El amor de mi esclava


    Fecha: 28/04/2018, Categorías: Dominación BDSM Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos

    ... lo ubicó extendió su mano derecha tratando de alcanzarlo. - No, exclamé. Con el papel no. - ¿Qué? Me tengo que secar. Limpiarme y secarme. No me puedo quedar así. - Ya sé que no podés quedarte sucia y mojada, pero no te vas a secar con el papel… - ¿Con qué, entonces? - Parate y date vuelta. - ¿Cómo? - Que te pares y te des vuelta… Claudia hizo lo que le pedía mientras me enviaba una mirada de incredulidad total. - ¿Y ahora? preguntó parada mirando al inodoro. - Ahora agachate, apoyá las manos sobre el borde de la taza y abrí las piernas bien abiertas… que tu conchita quede totalmente expuesta y ofrecida para mí… Girando la cabeza me contempló por sobre su hombro. Sus ojos expresaban su desubicación frente a lo que estaba sucediendo. Pese a ese gesto, hizo lo que le indiqué. Me paré y me acerqué a ella, la tomé por las caderas y me arrodillé detrás suyo. Acerqué mi boca a su concha, cuyos labios había abierto con los dedos, y empecé a lamerla y chuparla. Ordenadamente limpié sus labios mayores, el espacio interlabial, los menores, la unión de estos y el extremo del clítoris para terminar zambullendo mi sinhueso en su túnel vaginal. Lamí el borde de la caverna y, luego, accedí a ésta hasta donde la extensión de mi apéndice lingual me lo permitía. Dediqué varios segundos a la intensiva limpieza hasta que toda su vulva estaba ensalivada. Entonces recogí dentro de mi boca los excedentes salivales y de fluidos que allí habían quedado y, una vez terminada la tarea de aseo, llevé mi ...
    ... boca hasta su orificio anal, donde le estampé un sonoro beso. Le di un cariñoso cachetito en su nalga y me erguí. - Listo. Espero que estés conforme con la higienización realizada. - Jamás esperé algo así. La verdad es que no entendía que pasaba ni que ibas a hacer. Pero resultó ser una forma de limpieza placentera y, parece que, eficiente. Comenzó a dirigirse hacia la puerta. - Esperá un minuto. Falto yo. Me envió una mirada de asombro y de sorpresa. - Seguro. ¿Me siento en la silla como vos? - No. Ponete allí, le indiqué el costado derecho del inodoro. Parate allí y arrodillate mirándome. Hizo lo que le decía con un vasto rostro de incomprensión. - Dame la mano derecha. Se la tomé y encaminé su palma hacia mi fláccido y caído miembro. - ¿Te la agarro? - Sí. Agarrala y pelala. - ¿Pelarla? - Corré la piel para atrás de manera que quede la cabeza descubierta. Ella realizó lo exigido. - ¿Así? - Sí, así. Ahora apuntá bien para que el chorro caiga dentro de la taza, por que si no vamos a hacer un enchastre. - Voy a intentarlo, dijo entre risas, veré hasta donde mi extensa experiencia en esto me lo permite. Acompañé su hilaridad con alegría. Comencé a mear, como lo esperaba el chorro impactó contra la tapa del inodoro muy lejos de su destino. Lo corté. Le di un coscorrón en la cabeza, pidiéndole que apuntara bien. Mejoró su prestación y el surtidor comenzó a caer donde debía, dentro de la taza. Cuando ya estaba sintiendo que la meada si iba a agotar corté el chorro, manteniendo un ...
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