El amiguito de mi papi
Fecha: 29/04/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Fetichismo
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
Se me calentó la sangre cuando vi por primera vez al mecánico de mi viejo la noche que lo invitó a cenar. No podía quitarle los ojos de encima! Tanto es así que hasta mami se dio cuenta y me mandó a la cama ni bien recogió mi plato vacío. Pero él no iba a sospechar de una mocosa en ese entonces. Ahora que tenía 18 ansiaba tanto su vuelta a casa para que me vea y así ingeniármelas hasta seducirlo. Una tarde vino a traerle un repuesto a papi, y como yo sabía que casi siempre se quedaba a tomar una cerveza con él en el patio, pensé que algo podía planificar. Además, por charlas que les escuché, supe qe es el más cogedor del barrio, y que su debilidad son las colegialas. Eso a mí me parecía perfecto, ya que su mujer no le daba bola desde que fue mamá, según él Cuando Carlos llegó fingí quedarme dormida tomando sol en una reposera, con una pequeña remera roja y un culote rosa, boca arriba y con las manos entre las piernas. Mi viejo y Carlos hablaban de fútbol, de una modelo y, casualmente de un tiroteo en una gomería. Hasta que sonó el teléfono en la cocina, y papi corrió a contestar, oportunidad en la que él me miró como yo lo necesitaba. No tengo una figura muy llamativa que digamos. Pero me destaco por tener una linda cola. Siempre me calentó que los chicos me peguen o me la pellizquen en la escuela, o que me la apoyen en el colectivo cuando voy a danzas y no hay lugar para moverse. Soy morocha, algo rellenita y tengo los ojos del color del tiempo. Entonces me acomodé boca ...
... abajo y, simulando que me picaba la cola hundí mi mano bajo mi culote y me lo levanté, hasta que se me acercó y dijo temeroso: ¡daiana, te quedaste dormida bebé! Yo, emputecida y en celo me puse de pie y le comí la boca de una sin dejarlo reaccionar, con mi lengua deseosa porque me haga mujer. Ya no quería ser la nenita pajera entre las sábanas, si bien ya me había movido a todo quinto primera. Él estaba nervioso y con serias razones, pues, si mi viejo lo veía lo mataba a trompadas. A mí, como mucho me cortaba la mensualidad y listo. Por ello, en cuanto él regresó con unas papas y algo más para picar, pedí disculpas por quedarme dormida y rajé a mi habitación toda mojada, mientras Carlos se hacía el distraído. Pero esto no quedó ahí, porque, una semana después, cuando yo caminaba lo más campante hacia lo de una amiga, oí su voz replicar mi nombre, como si fuese un trueno a lo lejos. No lo veía, pero mi corazón y mi cosita palpitaban rozagantes por su encuentro. Me sorprendió con sus pesadas manos en mi cintura tras salir impaciente de una arboleda en la avenida atardeciendo, como si tuviese una noticia impostergable. Dijo que en su taller íbamos a estar mejor, y me llevó alucinada después de tranzarme, metiendo su mano adentro de mi shortsito, haciendo presagiar con su tacto febril a mi orto y a mi conchita lo que les esperaba, sin fijarse en los dos tipos que nos miraban, ávidos por tocarse los pitos. Realmente Charly no tenía grandes atributos. Pero siempre tuve la fantasía de ...