1. La cueva de nieve


    Fecha: 30/04/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ella... Ambos hombres continuaban aflojándole sus ropas y sus manos se paseaban por sus lugares secretos. Sus objeciones sonaban débiles, huecas e inciertas. Le dijeron:"Silencio, quizás mañana ya estemos todos muertos" Ella pensó nuevamente en su esposo, a salvo con el resto del grupo y lo culpó por no permanecer con ella. "¡Maldito, Maldito, Maldito!" Gritaba en el fondo de su corazón. Ella se sentía cálida y a salvo entre estos dos hombres. Sintió que le bajaban los calzones y se sorprendió ella sola cuando levantó las nalgas para facilitarles la faena. Ella desabotonó lo que faltaba de su blusa y se libró de ella. La ayudaron con sus pantalones y ella se acurrucó entre ellos totalmente encuerada, excepto por sus calcetones. Se acostó sobre su espalda y sus rodillas formaron una carpa con las cobijas. Dedos endurecidos por el trabajo recorrieron su vientre. Ella movió las piernas para ayudarles a encontrar su rezumante entrada. Sólo su esposo la había tocado ahí antes, ningún otro hombre lo había hecho. Vacilantes oraciones implorando perdón brotaron de sus labios y se disolvieron en la excitación que enviaba temblores de placer a través de vientre. Al descubrir sus abiertas piernas y abundante humedad entre ellas, uno de los hombres dijo: "Qué agradable señora es usted" y la besó ligeramente en la mejilla. "Una belleza con hinchados senos y una dulce concha que implora atención" Había una mano en cada seno y dos moviéndose entre sus muslos, tomando turnos para palpar su ...
    ... saturado sexo, mientras las manos de ella estaban llenas con el instrumento de cada uno de ellos. Ambos hombres los sentía considerablemente más grandes que su marido. En la oscuridad de la cueva de nieve ella estudiaba los contornos con la punta de sus dedos, creando con el tacto imágenes que los ojos no podía apreciar en la oscuridad. Sus vergas eran muy diferentes. La de José era larga e incircuncisa, la de Víctor más corta y no tenía prepucio. Carrie deseó poderlas ver. Se imaginaba la de Víctor oscura, atezada, amenazadora. El glande era suave, casi sedoso del tamaño de un ciruelo. Su robusto tronco brotaba de una indómita, grosera mata de vello púbico. En la base de esta poderosa verga, ella encontró su bolsa y sopesó sus voluminosas bolas con la mano. Se sonrojó cuando se dio cuenta de que deseaba besar su vientre y recorrer su lengua hasta la raíz. Pero ahí estaba también José, le agradaba la sensación que le daba su verga. Con el caño en la mano de ella sujeta contra su panza, fácilmente quedaban ocho centímetros sobresaliendo por encima de su puño. Sus bolas no eran grandes como las de Víctor, pero eran amplias nueces en un apretado bolsillo. Estaba peludo desde el ombligo hasta la parte superior de sus muslos. A ella le encantaba la forma cómo se movían sobre su cuerpo y la tocaban como si fueran propietarios de sus lugares secretos. Sus curtidas manos daban una sensación muy agradable contra su suave piel, su trasero se estremecía ansioso y con sus manos parecía ...
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