La puta, mi jefe y yo
Fecha: 03/05/2018,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Hefeiston, Fuente: CuentoRelatos
Tras seis meses bajo mi dirección comercial, los beneficios de la empresa se habían cuadriplicado y para celebrarlo, mi jefe me invito a cenar en el restaurante más caro de la ciudad. Los dos bebimos mucho y rompimos la barrera profesional, pasando a comportarnos como dos íntimos amigos. Mi jefe se llamaba Ramón, tenía 30 años igual que yo y desde el primer día que lo vi, protagonizo mis fantasías sexuales. Todas las noches, me lo imaginaba tumbado en mi cama. Con su marcaditos músculos brillando bajo la tenue luz que se colaba por la claraboya de mi habitación. Su cuerpo imberbe tumbado sobre mi cama, mientras sus carnosos labios besaban los míos. Cada facción de su cara me parecía perfecta. Sus encantadores ojos verdes eran enmarcados por unas pobladas pestañas negras. Sus perfectas orejitas eran víctimas de mi pasión y con leves mordisquitos, le marcaba los lóbulos. Mi lengua acariciaba su fuerte cuello, mientras mis dedos jugaban con sus labios, que tras besarme con deseo, se abrían para dejarme paso, sintiendo en mis falanges la húmeda pasión de su caliente boca. Dos características de Ramón me volvían loco. Su brillante y moreno cráneo, libre de cabello alguno que acariciaba continuamente al hablar conmigo, mientras que su otra mano, inconscientemente, agarraba con suavidad el bulto de su entrepierna, para mostrarme un enorme paquete en cuyo interior había una polla perfecta. Cada vez que Ramón hacia esto, recordaba el día que lo vi desnudo en vivo y en directo, digo ...
... esto porque fotos suyas en pelotas tenía muchas, ya que al entrar en su empresa, me dio su antiguo móvil, sin borrar ninguna imagen de la galería. Más de 100 fotos me mostraban su cuerpo con todo detalle. En la mayoría de ellas posaba en el jardín de su chalet, en un plano entero con una bestial erección. Estoy seguro que su verga media no menos de 20 cms de larga y gorda como una lata de refresco. Además de las fotos, herede un caliente video, donde Ramón se masturbaba sentado en su cama, mientras fugazmente se acariciaba el ano. Como decía, un día lo pude ver desnudo, al entrar al baño de la empresa mientras él tomaba una ducha. Al verlo en pelotas, me quede petrificado mirándolo, contemplando como su mano sujetando una espumosa esponja, acariciaba cada cm de su cuerpo. Cuando pude reaccionar, volví sobre mis pasos con la intención de salir del baño, pero tras mi disculpa, Ramón me dijo que había confianza, dándome paso. Me dispuse a orinar. Menos de 1 metro me separaba de él, me desabroche el pantalón, dejándolo caer hasta mis rodillas seguido por mis interiores. Sujete mi polla con la mano izquierda, colocando la derecha tras de mí, para mostrarle mi aparato sin ningún reparo. Ramón quedaba a mi derecha, de espaldas a mí, deleitándome con una bonita estampa de su espalda y por necesidad de su culo, que era cubierto una y otra vez por la esponja, dejando tras de sí un rastro de espuma que se deslizada sobre su piel, hasta llegarle a las musculosas piernas. En ello estaba ...