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Una mañana en el salón de clases
Fecha: 14/05/2018, Categorías: Hetero Autor: MJ CasRod, Fuente: CuentoRelatos
... minutos me metí su pene y comencé chupar y succionar para que quedara bien lubricado el obviamente aprovecho para tomarme del pelo y hacer que me lo tragara hasta que tocara mi garganta. “Vamos perrita trágatelo todo” “dios tienes una boca muy rica sabes” eran alguna de las cosas que decía y hacia que más me excitara. Por fin deje su pene para evitar que se viniera en mi boca “sabes ganaste el placer de tener tu sabroso pene dentro de mi vagina” dije mientras me paraba y acomodaba para sentarme sobre el dando la espalda, me acomode su pene en la entrada de mi vagina, para comenzar a bajar lentamente, su pene era grueso de un tamaño mediano, así que mis paredes vaginales se tenían que abrir un poco, pero aun así se sentía excelente y estoy segura a él le encantaba el que estuviera estrecho porque soltaba comentarios como “ que vagina tan apretada tienes” “dios ya quiero cogerte bien duro” mientras me movía poco a poco el no dejaba de morder mi cuello y jugar con mis pechos y pezones “¿ te gusta cómo me muevo?” pregunté entre gemidos “dios me encanta pero es mi turno de darte como quiero” así me agacho para que mis manos tocaran el piso y se paró “ahora si te voy a ...
... hacer gemir y gritar como la perrita que eres” comenzó a penetrarme fuerte mientras yo tenía y gritaba “vamos dame más rápido, cógeme con ganas” el obediente se movía mar rápido y algunas veces entre palabrotas y comentarios sucios me daba una que otra nalgada, por un momento nos olvidamos del hecho de que estábamos en un salón y cuando mucho nos quedaban unos minutos para terminar. Estábamos a punto de llegar al orgasmo, por lo que comenzó a jugar con mi clítoris y a penetrar lo mas rápido que pudiera “vamos llega conmigo” yo solo podía decir si entre gemidos, dio sus últimas penetradas y mientras los dos dejamos salir un grito de satisfacción llegamos al tan esperado orgasmo. Mientras se acomodaba el pantalón yo me di cuenta de que estaban rotas mis bragas así que se las regalé para que se pajeara en la noche pensado en lo rico que me cogió en el salón de clases. Abrimos las ventanas para que se fuera un poco el olor a rico sexo y nos fuimos a refrescar y limpiar al baño. Entramos al salón con la promesa de que no sería la única y última vez que lo haríamos, por lo que ese día me la pasé sin bragas y pensando en cuando, en dónde y cómo sería nuestra siguiente vez.