En la playa
Fecha: 15/05/2018,
Categorías:
Voyerismo
Autor: ludico, Fuente: CuentoRelatos
Creo que lo primero es presentarnos, somos una pareja con la cincuentena recién estrenada, de cuerpos normales para nuestra edad, quizás un poco llenitos, yo 1:80, rasurado y poco más que reseñar ella 1:65, buenos pechos algo caídos lógicamente por la edad pero hermosos y coronados por unos pezones pequeños y receptivos y un culo amplio y muy muy apetecible según sus muchos admiradores. Vivimos en una ciudad del sur de España y disfrutamos de una climatología espléndida así como de unas playas espectaculares. Ambos disfrutamos del nudismo y de las situaciones morbosas que algunas veces eso provoca. Para seguir poniéndoos en situación os comento que hace ya unos 10 años, ella comenzó a no encontrarse bien con sus cuerpo y a no sentirse atractiva, yo le decía que todo lo contrario y que muchos hombres la miraban sin recato, intentando seguir animándola la convencí (no me costó mucho esfuerzo la verdad) de publicar alguna de las muchas fotos que le había hecho para que viera los "admiradores" que tenía en una página de esas en las que participan, hombres, mujeres y parejas para compartir morbo y experiencias. Como no sé si aquí se puede, no diré su nombre. El caso es que abrí un hilo con un cierto éxito entre amantes de las mujeres “reales” y donde empecé a charlar vía chat con algún admirador de ella. Una tarde de ese verano, ya casi al final del mismo, habíamos acudido a nuestra playa, así la llamamos por lo que su recuerdo siempre nos evoca, y pasamos un día espléndido. ...
... Habíamos tomado el sol, disfrutado de un agua deliciosa de temperatura, habíamos hecho alguna foto, y estaba acabándose la jornada. Llevábamos todo el día excitados como siempre en esa playa y ya casi no había gente, la pareja más cercana estaba a más de 80m de nosotros, una cosa llevó a la otra y tras una buena sesión de caricias mutuas, comenzó a hacerme una mamada de las que sólo ella es capaz. Estábamos solos en mitad de la playa y aquello era genial. Naturalmente, yo no podía ser menos y comencé a hacerle una comida de coño que por sus movimientos parecía que ella también disfrutaba. Cuando vi que estaba a punto cambiamos de posición y me puse encima, nuestros juegos eran bastante evidentes y no era cuestión de alargar demasiado el momento y que alguien pudiera pasar e interrumpirnos. Ya casi al final y cuando yo estaba encima de ella y ya pasando el “punto sin retorno” me percaté que en las dunas detrás nuestras había dos cabezas separadas entre ellas unos 15 metros y a unos 10 metros de nosotros. Le dije a mi mujer que teníamos mirones (algo habitual en esa playa) y ella, lejos de cortarse o quitarse de debajo, me dijo que mejor para ellos, que disfrutasen, mientras incrementaba el ritmo y hacia que yo explotase en su interior de una forma abundante y jadeando mientras ella llegaba con ganas gritando y sin cortarse lo más mínimo. Siempre habíamos sido un tanto exhibicionistas pero nunca con la certeza de que nos estaban viendo tan de cerca como en ese momento. Terminamos ...