Comenzó en el subte
Fecha: 18/05/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Confesiones
Autor: ClauMar, Fuente: CuentoRelatos
Corría el mes de noviembre, hacía ya diez días que había obtenido el divorcio, hacía siete meses que había iniciado el trámite, el mismo tiempo que llevaba de abstinencia sexual, por mi hijo debía ser una madre abnegada, y valió la pena, mi hijo quedó a mi cargo, y mi marido a pesar de su madre no puso muchos reparos en nuestra separación de bienes. Aquel día me levante temprano y me prepare para salir, debía realizar unos trámites. El día a pesar de la fecha se presentaba todavía fresco, los días cálidos aún se hacían desear. Estaba lista dispuesta a salir me miré al espejo para dar los últimos toques a mi persona, llevaba mi cabello negro ondulado, unos aros tipo argolla. Maquillados mis ojos y párpados en tonos salmón y mis labios en color fucsia brillante, llevaba una blusa larga color beige un poco por debajo de mis nalgas muy elastizada de manera que se ajustaban a mis caderas y marcaban mucho la redondez de mi cola, y llevaba unas calzas negras híper ajustadas de lycra, con unas botitas negras cortas con taco alto y una campera de nylon negra, esa ropa me daba un toque adolescente. Salí con la idea de volver a tiempo para buscar a mi hijo a la salida del colegio. De cualquier manera si no llegaba él iría a la casa de mi padre que vivía frente a la escuela. Tome el colectivo y me bajé luego para tomar el subterráneo, era esa una buena opción para llegar más rápido a destino, si bien por la hora sabía que no iba a ser muy cómodo el viaje. Indudablemente estaba muy ...
... sexy porque en mi recorrido fui piropeada varias veces, algunos de esos piropos eran por demás subidos de tono. Estaba en la estación cuando alguien me saludó, giré hacia donde venía la voz, eran Carmen y Raúl, un matrimonio que vivía muy cerca de la casa de mi ex suegra, charlamos un rato, dejamos pasar un subte que venía muy lleno, pensando que el próximo vendría más vacío. Raúl no sacaba su vista de mí, sabía que yo le gustaba, alguna vez lo insinuó pero como yo me hice la desentendida la cosa se cortó ahí. Raúl era un tipo no muy alto, de buen porte cabello negro, con algunas canas, interesante y todavía deseable a pesar de sus cincuenta años. Llegó el subte tanto o más lleno que el que dejamos pasar, subimos y quede literalmente aplastada por toda la gente que había en el vagón. Cuando se cerró la puerta del subte sentí un ligero roce en mis nalgas. Lo tomé como un pequeño roce propio de la circunstancia de un viaje en esas condiciones, pero pronto comprendí que no fue casual ese primer roce. Ahora esa mano no rozaba mi cola sino que se posó en ella acariciándola lentamente, como saboreando ese contacto; enseguida esa mano comenzó a ser más descarada acariciaba delicadamente mis nalgas, mientras tanto yo comenzaba a excitarme, no me cabía ninguna duda que Raúl era el dueño de esa mano que me estaba acariciando de manera tan osada y yo al no decir nada y continuar hablando con su esposa le di pie a que continuase su incursión. Yo seguía hablando con Carmen como si nada ...