1. El agarrón que me dieron los amigos del judio, parte 3


    Fecha: 20/05/2018, Categorías: Intercambios Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Después de creer ingenuamente que podía cambiar mi destino, me reencontré con el judio, que me mostró que mi verdadera vocación no era entrar a una prepa pública y ser una adolescente común y corriente. Sino que mi verdadero oficio era ser una puta desde los quince años. Pasó una semana exacta depués que el judio y su amigo me emborracharon y en una sola noche me convirtieron en una perdida. Algunos se preguntaron en la primera parte de mi relato como es que yo sabía que ese hombre maduro y aprovechado era un judio y es muy simple. Usaba en muchas ocasiones esa especie de boina pequeña que usan los de esa religión y tenía una floreciente fábrica de ropa y un montón de esclavos que explotaba por un sueldo miserable. Todos sabían y decían que era judio y todos lo llamabamos de esa forma. De ahí en más no se nada de esa religión y en realidad no me importa. Ya había cumplido 15 años y me sentía muy mal y llena de culpa. Los dos mil pesos que me dieron el judio y el sr. Yosef duraron bien poco, apenas un par de semanas en lo que mi mamá cobró el raquítico sueldo que le daban como afanadora en el metro. Mi pobre mamá me rogaba e insistía que volviera a trabajar a la fábrica con quien ella llamaba "ese gran hombre". Desde esos eventos yo ya no era la misma. Empecé a fijarme más en mi cuerpo; pese a la pobreza en la que vivíamos yo me había desarrollado más y justamente mis pechos y nalgas habian aumentado su tamaño, mi cintura se habia afinado un poco. Era chaparra, eso sí, pero ...
    ... con mi metro y medio (1. 50) los hombres no dejaban de mirarme en la calle. Mi madre que era muy conservadora se dio cuenta y me prohibía usar ropa ajustada. Cuando me bañaba me veía al espejo desnuda y podia ver mis pechos, tan grandes para mi edad que me avergonzaban, con esas grandes areolas sonrosadas y no podia dejar de pensar qué era lo que tanto les gustaba a esos tipos asquerosos. A veces me tocaba y a mi mente venían todas aquellas imágenes morbosas. Los dos viejos besandome, restregándome entre sus cuerpos y la verdad es que aunque me daba verguenza y los odiaba profundamente; sentía deseos de volver a revivir todo aquello. Había roto el chip de mi celular porque tenía miedo del asqueroso judio. Entré de mesera en un café algo conocido cerca de mi casa, la paga era miserable, pero obtenía algunas propinas y podía aportarle algo a mi mamá para los gastos de la casa, de momento no podía ir a la prepa; aunque en realidad cada vez me importaba menos. Una tarde sucedió lo que tanto temía, aunque en realidad me parecía una posibilidad muy remota: el señor David entró al café, iba con otro hombre , otro viejo como de 50 ó 53 años, era canoso y muy alto. Don David me llamó a su mesa, intenté huir, pero mi compañera no quiso cubrime. - mira nadamás a dónde te vine a encontrar niña. Ya ni celular tienes o qué? - Qué se le ofrece señor, qué desea consumir. - pregunte bastante perturbada. - A ti. Eso deseo- pero mientras tráeme dos capuchinos. Anoté nerviosa la orden y me fui, ...
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