Y nos envolvieron en su trama
Fecha: 26/05/2018,
Categorías:
Intercambios
Confesiones
Autor: templaria 37, Fuente: CuentoRelatos
... tocó la misma mesa durante el evento, por lo cual hablamos y nos contamos muchas cosas, baile con su esposa que me pareció agradable y ellos bailaron pero no escuchaba lo que decían, cenamos en el lugar y al final con los tragos que teníamos todos y la euforia del momento mi esposa les conto lo de la casa alquilada y estúpidamente los invito a compartir, que pensamos que habían aceptado por cortesía, pero cuál fue mi sorpresa cuando el día para irnos mi esposa Mónica me confirmo que nos veríamos con ellos lo bueno es que en el carro de ellos nos facilitaban las cosas para ir, pues si queríamos salir en la noche a rumbear lo podríamos hacer sin problemas. Salimos el viernes después de comerlos cuatro en un lugar cualquiera, La carretera era bastante buena, sin muchas curvas que es como nos gustan y con poco tráfico. Íbamos a buen ritmo, parando un par de veces por el camino y llegando antes del anochecer, cuando nos disponíamos a sacar las maletas Carlos Alberto cogió una bolsa que traía yo a escondidas para mi esposa Juliana donde le había comprado una lencería especial para las noches de esos días pues como pensé que íbamos solos la aria desfilarme y hacerme un estriptís bien rico para mí, y pues obviamente tuve que contarle y como tenías dos le pareció muy buena idea y me ofreció que me compraba uno para su esposa así ambos tendríamos algo para ellas especial a lo que no le pude decir que no, pero le dije que el rojo era para Mónica por que el otro era demasiado insinuante ...
... y mostrón pero a él eso no le importaba me dijo, cogimos las maletas y entramos al lugar. No nos costó nada encontrar la casa. Por fortuna era la más agradable del caserío. Con gruesas paredes de piedra, ventanas de madera, junto a un río, rodeada de árboles, en fin, muy acogedor todo. Por suerte no desmerecía a las fotos de la revista. Hasta el dueño era típico. Como era de esperar el tipo era parco en palabras, por no decir que bastante grosero. La noche empezó bastante bien. Para demostrar que sí éramos de ciudad necesitamos encender una chimenea para disfrutar de la noche y espantar mosquitos, varios periódicos, tres pastillas y algo de gasolina para darle al fuego en la fantástica chimenea del salón. A su lado había dos sofás de piel oscura, donde habríamos de pasar la noche. Una botellita de Jack Daniels desentumeció nuestros músculos, soltó nuestras lenguas y rompió el hielo entre Juliana y Carlos Alberto. Su esposa también empezó a soltarse, riéndonos de todas las tonterías, poniendo de su parte y hasta diciendo alguna que otra cosa con doble sentido. Por desgracia Juliana no estaba tan contenta, bebía, aunque no es muy dada y sonreía de compromiso. Al rato a Carlos Alberto se le soltó del todo la lengua y les descubrió nuestro gran secreto de la noche. En principio eran para sacarlas una vez nos diésemos las buenas noches, pero él dijo de dárselas ya. Así que las sacamos, yo le había comprado a Juliana un magnífico corpiño rojo, con encajes negros, sin tirantes, que ...