Atrasados en la renta
Fecha: 01/06/2018,
Categorías:
Confesiones
Sexo con Maduras
Autor: fernandete, Fuente: CuentoRelatos
Hola de nuevo, ahora les traigo una confesión de lo que me vi obligada a hacer para evitar ser desalojados del apartamento donde vivimos. Me describo para ustedes: soy una mujer de 40 años, morena clara, linda, ojos cafés y cabello largo color negro hasta media espalda, de complexión delgada, pero con un trasero firme y redondeado. En una ocasión mi pareja se fue de viaje de negocios por varios días, quedándome sola y abandonada en casa. La semana transcurrió aburridamente lenta y me palpitaba la cuca cada vez que pensaba en mi marido, mi coño lo extrañaba mucho por las noches que hasta le lloraba jugos vaginales jejeje. Llegó el sábado y decidí pasarla bien así que hice los preparativos para esa tarde: una buena botella de vino tinto y mis videos porno favoritos. Eran ya casi las 6:00 pm pero el calor de verano aún no disminuía por lo únicamente llevaba puesta una musculosa semitransparente de algodón muy delgada en color perla que apenas cubría mis senos. En la parte de abajo una tanga del mismo color tapaba por delante parcialmente mi monte de venus (siempre lo traigo estilo bikini, o sea depilado todo excepto una pequeña franja en medio) pero por detrás al ser tanga se apreciaban mis glúteos, andaba casi en pelotas vaya. Comencé a ver los videos en la computadora de la sala, ya no recuerdo bien cuál era la trama, solo me acuerdo que miraba uno donde una chica estaba siendo enculada por un moreno de pija grande. En fin, mi temperatura era muy alta, me tocaba por debajo de ...
... la tanguita con dos dedos dentro de mi coñito, estaba recontra mojada y no faltaba mucho para correrme, cuando inesperadamente llaman a la puerta. ¡Mierda! a quien se le ocurría interrumpirme en un momento así. Insistieron un par de veces usando el timbre y luego con golpes fuertes a la puerta, seguro que era algo importante pensé. Todavía un poco aturdida por el éxtasis en el que me encontraba no coordiné muy bien mis ideas y solo atiné a limpiarme la mano empapada de jugos vaginales para ir a ver quién era. Me asomé por la mirilla de la puerta: se trataba de Don Jacinto el propietario del edificio. Me quedé pensativa un momento pues no quería verle ni hablarle porque estábamos varios meses atrasados con el pago del alquiler. -Buenas tardes! Necesito hablar con ustedes, soy Don Jacinto -dijo en voz alta al percatarse que alguien estaba mirándolo a través de la mirilla. No me quedó más que abrir la puerta y dejarlo pasar pensando en las consecuencias de la deuda que teníamos con él. Don Jacinto entró presuroso dirigiéndose hacia el sofá sin siquiera voltearme a ver, reclamándome cosas de los pagos con un tono de molestia. Su falta de educación me tomó por sorpresa ya que no recuerdo haberle invitado a pasar, qué sin vergüenza pensé. De pronto noté que enmudeció y su cara se tornó roja, fue entonces cuando reaccioné: no me había vestido ni puesto nada encima. La musculosa obviamente no me tapaba nada, mis pechos se marcaban y mis pezones sobresalían como aguijones apuntando a ...