Diana, para ti
Fecha: 03/06/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Fantasías Eróticas
Autor: siluetas, Fuente: CuentoRelatos
El hombre fue quien tomó la iniciativa de hablarme. Debió ser la odiosa minifalda que me había puesto ese día para estar sentada en esa banca en el Parque; creo que de usar una prenda menos llamativa habría sido una tarde relajada y hasta aburrida. Pero, en lugar de eso, él se había obsesionado conmigo. —¿Vienes seguido por acá? —preguntó el hombre de unos 45 años, moreno y un poco pasado de libras. —No. Esta vez vine por compromiso. —Bendito compromiso el que me ha permitido conocerte. Me llamo Julián. Soy fotógrafo, ¿y tú? —Estudio nada más —respondí, tratando de ser lo más cortante posible, aunque era mi cliente. Él parecía no perder la motivación. —Hay cosas que a mí me gustaría estudiar… —dijo, moviendo su mirada hacia mis piernas. De verdad que era descarado. Pero por desgracia no iba a librarme de él. De hecho, tendría que acompañarlo. Minutos después, iba junto a él en su auto. Un vehículo lujoso y bien cuidado con vidrios polarizados. —Eres más joven de lo que pareces —comentó. —Lamento decepcionarlo —respondí de forma sarcástica. —Pues es mucho mejor de lo que imaginaba, a decir verdad. No me hubiera gustado el caso contrario. —Yo le imaginaba menor, pero tampoco me molesta —confesé tras una pausa, ya más relajada. Luego añadí — ¿Su verdadero nombre es Julián? —Si quieres lo cambio. ¿Y tu nombre real es…? —Dígame como guste. Yo puedo llamarle “papi”, si quiere. —¡Me encanta! En ese caso te llamaré “Diana”. Y empezó a acariciar mi pierna. Su casa estaba en una ...
... residencial exclusiva, custodiada por un gran portón y dotada de un garaje espacioso. La elegante sala me impresionó. Al parecer, Julián vivía solo. —Si esto te gusta, espera a ver mi estudio. Sube las gradas y lo verás. Empecé a subir, mientras él se quedó abajo uno segundos, con seguridad para ver debajo de mi falda en una oportunidad. De seguro lo logró. Su estudio era como un dormitorio, pero lleno de espejos, luces y cámaras. —¿Verdad que es un bonito estudio, Diana? —Sí. Es lindo, papi. Como tú. A él le sorprendió mi comentario final. Lo noté por la forma en que casi bota la pequeña cámara que estaba activando. —Gracias, hermosa Diana. Saluda a tu familia que te ve desde lejos. Me puse frente a la cámara y fingí una actitud muy entusiasta, además de pararme y moverme como una niña pequeña. —¡Hola a todos, los amo! —dije moviendo la mano y lanzando un beso. —Así es. Ellos te aman y quieren ver como juegas con tu papi. —¿De verdad? Me gusta jugar con mi papi. Al decir eso, él se acercó a mí y nos abrazamos. Me fue moviendo un poco hasta que quedé de espaldas a la cámara, y sin soltarme bajó las manos y apretó mi trasero. Una de sus manos se metió bajo la minifalda y se entretuvo ahí. —¡Qué manos tan juguetonas! —comenté sin dejar de actuar. —Mis manos adoran tu hermoso cuerpo. —¿Te gusto? ¿Aunque parezca una niña? —Me gustas por ser tan linda niña. ¿Y qué te gusta de tu papá? —Pues no lo sé —dije, y di un giro, dejando mi trasero a la altura de su pene y moviendo mis caderas un ...