Desafío de galaxias (capitulo 77)
Fecha: 06/06/2018,
Categorías:
Grandes Series,
Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos
... fruncido y los brazos en jarra. —No, pero es que, con diferencia, es bastante más agradable que tú. —Bueno vale, a ver, ¿qué quieres? —dijo Marisol con resignación. —¿No me ofreces nada de beber? —¡Joder Opx! —Pues claro que si, —intervino Anahis— ¿qué quieres, licor de Mandoria u orujo casero? —No, no, el orujo de su padre es para hombres de pelo en pecho, mejor licor de Mandoria, —respondió Opx sentándose en el sofá— Bueno, contadme algo, ¿cómo estáis? —Ahora mal, —dijo Marisol sentándose también. —No la hagas caso, —dijo Anahis llenando tres vasitos. —Supongo que os habréis dado cuenta, de que todos los que tenían que ver con los monasterios de Konark o Akhysar, os han hecho un regalo, junto contigo y el presidente, —dijo Opx mirando a Anahis— pero yo no. —¿Esas cajitas son para nosotras? —pregunto Marisol cambiando su cara de sota por una amplia sonrisa. —¡Joder!, ¿cómo decís en España: «por el interés, te quiero Andrés»? —Déjate de rollos y dinos que es eso. —¡Marisol! No le atosigues, —intervino Anahis. —No os lo he dado antes porque han tardado en hacerlo tus amigos de Rulas 3. —¿Los ingenieros? —preguntó Anahis. —Si, ...
... — respondió Opx entregándolas a cada una la suya. Marisol abrió la suya y vio una pistola de partículas, de color negro y con la empuñadura de coral blanco con su emblema grabado. La de Anahis era igual, solo que la empuñadura era de coral rosa— en más potente que las pistolas estándar y puede disparar micro cohetes. Los ingenieros de Rulas 3 han puesto mucho empeño en este trabajo: son gente agradecida. —Son preciosas. —Ahora si estás preparada para cepillarte a ese hijo de la gran puta. —Siempre lo he estado. —Lo sé. Lo sé yo, lo saben los que te quieren, e incluso los que no te quieren, por eso te hemos… acorazado, —dijo Opx con una sonrisa mientras la acariciaba la mano—. No queremos que cuándo todo casi ha finalizado, te pueda ocurrir algo. Marisol se levantó y rápidamente se sentó en sus rodillas abrazándole—. Te quiero mi amor, te quiero. —No tanto como yo. Tu serias la única mujer con la que podría estar… si eso fuera posible. —¡Vale! —bromeó Anahis— ¿sabes que ese culo que estás tocando me pertenece? —¡Ahí va! Se me ha ido la mano: ha sido sin querer. —Pues a ver si se me va a ir a mí también y te pongo un ojo morado.