LA COMPAÑERA PERFECTA
Fecha: 28/09/2017,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... a costar, iba a cambiarme la vida e iba a dejarme disfrutar de la vida en su plenitud femenina que tanto anhelaba. Irme de casa y alquilarme un piso para disfrutar de mi lado femenino sin correr riesgos innecesarios. Me puse a mirar pisos alejados, no muy grandes y que mi reducido sueldo me permitiera mantener, ya que trabajaba en lo que era por entonces mi primer trabajo y tampoco daba para mucho. Ciertamente, no tardé mucho en encontrar uno, piso pequeño de 50 metros cuadrados, dos habitaciones, un baño y cocina. Perfecto para mí, no necesitaba más. Fui a verlo y me gustó, cumplía mis requisitos y necesidades privadas. Y además, al ser un piso alto, tenía vistas y nadie enfrente, por lo que podía incluso “exhibirme”, lo cual me terminó de convencer. Hable con el casero y tarde escasas 24 horas en firmar el contrato de alquiler. Ya tenía piso propio donde poder tener toda la lencería que me apeteciese en el armario y poder ponérmela siempre que quisiera y verme lo femenina que me gustaba verme y sentirme. Pocos días después por fín me mudé y empecé mi vida libre de problemas, familia y cualquier otra carga que me impidiese ser como yo quería ser y hacer lo que yo quisiera hacer. Por fin podía llegar a casa, irme al armario, abrirlo y elegir la lencería que me apeteciese ponerme y ponérmela allí mismo, disfrutando de todo el proceso, desde estar desnuda eligiendo la ropa hasta el goce de sentir el roce del tejido en mi piel al ponérmelo y luego al pasear por todo el piso ...
... con ello puesto. Era una liberación poder hacerlo y disfrutarlo de la manera en que lo hacía. Me volvía loco y no podía pensar en nada más que estar así las 24 horas del día. Dormía en lencería y desayunaba en lencería todos los días, luego me cambiaba e iba a trabajar y volvía a casa para ponerme de nuevo la lencería y disfrutar lo que me quedaba de tarde y noche, y vuelta a empezar.¡Me encantaba!. Poco a poco empecé a experimentar más cosas, de vez en cuando, sobre todo en invierno, salía de casa con mi lencería debajo de mi ropa de hombre, incluso con liguero y medias por debajo de los pantalones y sujetador por debajo de mi camisa. Me ponía lo que podía por encima para que no se notase, y paseaba así por la calle. Me encantaba sentir la lencería mientras estaba paseando. Una cosa llevó a la otra y mi lado femenino más fuerte se fue apoderando de mí. Me compré vestidos, minifaldas, tacones de aguja y hasta pelucas y maquillaje.Tuve que comprar otro armario para la ropa de mujer que iba acumulando. Llegaba a casa y me transformaba por completo de mujer, por dentro y por fuera, y me pasaba los días así vestida en la intimidad. Por las noches seguía viendo porno y siempre acababa igual, desnuda en sujetador, liguero, medias y tacones, y masturbándome mientras me decía cosas como “zorra”, “puta”, “guarra” y toda clase de lindezas. Me sentía así y me volvía loca sentirme como la protagonista de la película. Quería ser yo esa mujer a la que volvían loca de placer sexual. Empecé a ...