1. (27) Los amores de Ana Etxeberría


    Fecha: 15/06/2018, Categorías: Grandes Series, Microrelatos, Autor: Mister Neron, Fuente: CuentoRelatos

    ... enterado? No ha pasado ni una hora. -Qué pardilla eres. Cuando me conozcas mejor irás comprendiendo. -Joder… -No te lamentes. Has pasado de detective a puta en menos de una hora. Es una proeza. -Yo no soy una puta. -Eso lo tendré que decidir yo. Ahora eres mía y me perteneces. Tengo tu vida en mis manos y todo dependerá de lo que haga tu potorro. ¿Qué me dices? -Un coito solo. -Querida, no estás en disposición de poner condiciones. Yo ordeno y manejo, y si te digo que me folles diez veces lo harás, ¿estamos? -Vale. -Mueve el culo. Tengo ya las bragas mojadas. -Vaya, ¿te has vuelto recatada? Creía que llevar bragas era de pijas. -¿Cómo sabes eso? -Yo también tengo contactos –apuró la detective la copa de coñac y se bajó de la butaca. -Es por aquí. Sigue el movimiento de mi culo. Te lo vas a comer en cinco minutos. En efecto, el meneo de nalgas de Ana, la tuvo todo el camino hipnotizada. Edurne pensó que tendría prótesis o algo así, pero no. Era un culo natural y torneado. Edurne no le quitó ojo en todo el trayecto, incluso cuando entró en la habitación de Ana y ella se desnudaba con rapidez. -Venga, Edurne, a despelotarse –bajó Ana las persianas y dejando como único foco de luz la lamparita de la mesita de noche. Sin ninguna otra opción, Edurne se fue desprendiendo de la blusa, el sujetador y los vaqueros. Cuando se quedó en bragas, Ana se las arrancó de dos tironazos y la empujó sobre su cama. -Hey, ¿qué coño haces? Pero Ana contestó saltando sobre ella en un beso ...
    ... apasionado. Al principio, la reacción de Edurne era reacia, pero el aliento mentolado de Ana y sus besos frescos la animaron. Se revolcaron en la cama como dos perras en celo. De repente Ana estaba arriba, se revolvían, y Edurne estaba arriba. El instinto animal jugó un papel muy importante. Ana hendía su boca en la de Edurne hasta que colocó las piernas para realizar unas tijeras. Ambas empezaron a gemir frotando vulva con vulva. Espatarradas las dos en la cama con las piernas entrelazadas, el clímax no tardó en llegar. Ana agilizó el roce púbico metiendo más velocidad a las caderas. -Ahhhhh, coño… -se tumbó Edurne en la cama muerta de placer. Dejó el trabajo final a Ana y lo hizo fenomenal. Como si de una armonía vaginal se tratara, Ana se corrió y casi al unísono lo hizo Edurne. Una gritaba, se callaba, la otra gritaba, blasfemaba, y volvían a gritar juntas. Así durante dos minutos. Luego quedaron tumbadas exhaustas y sin desliar las piernas aún. -Qué hija de puta eres, Ana. Ha sido bestial –jadeaba Edurne a falta de respiración. -Esto no es nada, cariño. Puedo hacerlo el doble de mejor. ¿Quieres comprobarlo? -Espera, tengo sofoco. -Coge fuerzas mientras voy a mear. Cuando vuelva seguimos. -Eres fantástica, Ana. Ana se reincorporó para besarla. Esta vez Edurne no la esquivó y la devolvió el beso con pasión. -Podría enamorarme de ti, Ana. -Ya lo estás. -¿Y tú qué sabes? -Es el efecto que produzco. -¿Por qué eres tan egocéntrica? ¿Te crees perfecta? -Por supuesto. Nadie se puede ...