¡Soy una fumada de mierda!
Fecha: 28/09/2017,
Categorías:
No Consentido
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... un encendedor más adelante. Le di unas pitadas a un faso grande que me hice para el camino y seguí pateando. Pasé por lo de una amiga pero no estaba. Entré a un local de ropa deportiva, pero salí cuando me di cuenta que estaba muy faseada, y que me reía de cualquier cosa. Además me sentía perseguida. Me compré un helado, y terminé de mancharme la camisa. Cuando llegué a la plaza, supongo que a eso de las 8, porque no tenía reloj ni celular, me derrumbé en uno de los bancos y me entretuve a mirar a niños, viejos y adultos que pasaban. Prendí el fasito y, al darle unas pitadas sentí unas ganas inmensas de fifar. Seguí fumando y, en algún momento, en el afán de querer tocarme las tetas le arranqué los dos botones que le quedaban a la camisita. Así estaba yo, desparramada en el banco, fumando y apretándome las gomas cuando dos oficiales me devolvieron a la realidad. ¡Señorita, usted sabe que está prohibido fumar esa porquería en la vía pública?!, dijo el gordo y barbudo de los dos. ¡levantese y apague eso… dígame su nombre y edad!, dijo el otro que parecía más viejo. Les conté que me llamo Romina, que tengo 28 y, les pedí disculpas, sin poder controlar mi risa boba por el viaje. El gordo me quitó el faso y me levantó las manos. ¡tenemos que revisarla señorita, así que quieta y calladita la boca!, dijo el viejo, y los dos empezaron a buscar en mis bolsillos, a tantearme y tocarme más de lo debido. Yo no aguanté y le toqué la pija al gordo, que enseguida jadeó suave y murmuró: ...
... ¡así que encima de andar media loquita estás caliente mamita! Intercambiaron miradas de deseo y complicidad, y pronto el gordo me metió dos dedos en la boca para que se los lama y chupe, al tiempo que me daba cachetaditas dulces con su otra mano. El viejo seguía hurgando y oliendo mi ropa, manoseándome el culo descaradamente. Yo estaba casi en el medio de los dos, por lo que sentía cómo me apoyaban sus pijas en el cuerpo mientras intentaba recuperar algo de equilibrio. No podía parar de reírme! Cuando el gordo se atrevió a besarme en la nuca sentí que mi clítoris se hinchaba de placer. Supongo que eso me hizo gemir cada vez más desinhibida. ¡sos media putita vos pendeja?!, averiguó el gordo. ¡no mi amor, pero me encanta coger, y que me chupen bien las tetas!, se me escapó mientras repiqueteaban las manos del viejo en mi culo. Enseguida los dos me mordían las tetas sobre el topsito, hasta que la caballerosidad del gordo me lo bajó un poquito para que sus lenguas laman mis pezones, mientras mi boca les lamía y mordía los dedos a los dos, que suspiraban embelesados. Hasta que uno me tironeó fuerte del pelo cuando mi descontrol hizo que sin querer le muerda un dedo con furia al viejo. Me gané flor de cachetazo. ¡che negro, son más de las 10… por qué mejor no la llevamos al móvil y vemos qué hacemos con la guacha?!, dijo el gordo con autoridad mientras ponía mis brazos atrás de mi espalda y me hacía caminar medio a las patadas. En el patrullero no estuvimos ni 5 minutos, ya que la ...