Pastor de Adolescentes II: Jonathan
Fecha: 30/06/2018,
Categorías:
Gays
Autor: elgoot, Fuente: SexoSinTabues
Hola, soy el Pastor Ferdinando y en esta ocasión continúo contando mis aventuras con los miembros de la iglesia donde fungo como pastor de jóvenes. Espero que sean de su agrado, esta es la continuación del relato anterior. ---------- Más tarde ese día, el Pastor Principal, el reverendo Esteban entró a mi oficina. ─Fer, ¿conoces a la familia González? ─¿Cuál de todas? ─respondí. ─Aitor y María González, junto con su hijo Jonathan. ─Conozco a Jonathan, es un buen chico. Siempre busca ayudar y viene a las acti-vidades regularmente. ─Fer, los González me trajeron a su hijo porque tiene un problema muy serio… y adictivo. ─¿Cayó en las drogas? ─Ojalá fuera eso, Ferdinando. El chico ha abierto la puerta demoniaca a la promis-cuidad y la lujuria. Aitor descubrió a su hijo masturbándose hoy y aparentemente se ha estado tocando diariamente, si no es que más. Contigo como su Pastor, pienso que sería mejor si hablaras tú directamente con él. ─Esteban, eso es terrible. Claro que puedo hablar con Jonathan. Lo he visto crecer desde que llegaron a la iglesia y siempre me sorprenden los problemas en los que los adolescentes se pueden meter. ─Gracias, lo enviaré enseguida. Toda esa charla de que la masturbación es un pecado me hace reír. Sé jugar el rol de pastor perfectamente, pero cuando se trata de las pajas, me toco diario y no he conocido a ningún hombre que no se haya tocado. Si lo niegan, ¡es por tímidos! Jonathan entró a mi oficina con su cabeza baja y se sentó en el sofá sin decir ...
... una palabra. ─Jon, mírame ─dije esperando a que me viera ─Nos hemos conocido por mucho tiempo, ¿no? ─Por siete años, Pastor del Valle. ─Llámame Fer, hoy vamos a tener una charla franca y honesta. ─Ok. ─dijo Jonathan tomando aire profundamente. Jonathan, o Jon, era todo un atleta, el mejor jugador de fútbol de su escuela. A los diecisiete medía más o menos como 1.78m, algunos quince centímetros menos que yo. Tenía hombros amplios y su torso se angostaba hacia su cintura. Su cabello era café claro y sus músculos lo hacían lucir muy bien, pero lo que más me gustaba eran sus ojos verdes. Sin aviso, Jon empezó a lloriquear. ─Pastor, ¡he pecado! Sé que estoy haciendo mal, pero no puedo parar. ¡NO PUE-DO! ─Jon, tus padres te trajeron a mí para ayudarte. Sé cuál es tu problema, que tu pa-dre te cachó masturbándote en tu cuarto. Jonathan se quedó petrificado y no podía mirarme más a los ojos. Lágrimas y mie-do llenaban su rostro, lo conocía demasiado bien. Moviéndome de mi escritorio me senté junto a él en el sofá y crucé un brazo alre-dedor de su hombro para acercarlo a un abrazo de hombres. ─Deja de llorar, Jon, la masturbación no es nada de qué avergonzarse. Jon me miró y se cuestionó. ─Pero mi padre dice que eso es malo y que debo esperar al matrimonio para expe-rimentar esas sensaciones. ─¿Eres la única persona que conoces que se hace pajas? Mi vocabulario desconcertó al pequeño, pero respondió. ─No. ─Es muy común, ¿no? ─Hago una pausa y un ligero movimiento para poner una mano en ...