1. La historia de Soraya


    Fecha: 08/07/2018, Categorías: Confesiones Autor: Peli, Fuente: CuentoRelatos

    ... por su generosidad... quería que me lo probara allí mismo, delante de él. No se conformó con verme en ropa interior, me obligo a desnudarme por completo y a ponerme luego la ropa nueva sin nada debajo... diciendo que así quedaba muchísimo mejor, y que ya se encargaría más adelante de proporcionarme la lencería a juego. Con el tiempo he sabido que esa es una de sus aficiones, pues hasta el día de hoy aun me sigue comprando alguna que otra prenda, tanto de ropa como intima. El día siguiente mi jefe inicio realmente nuestra relación “profesional”, desnudándome de nuevo en cuanto entre en su oficina y acariciándome por todas partes durante toda la mañana. Una de las cosas que más le encantaba redactarme notas mientras metía sus grandes manos por debajo de mi sujetador, amasándome los pechos como si fueran meros juguetes y retorciendo mis sensibles pezones entre sus gruesos dedazos hasta ponerlos duros como piedras. También disfrutaba dictándome cartas y apuntes mientras metía esos mismos dedazos en mi conejito. Me daba una vergüenza horrible ver como sonreía cuando descubría que sus reiterados toqueteos me habían excitado (sin yo quererlo ni desearlo) lo bastante como para humedecerme, introduciendo entonces uno o dos dedos bien hasta el fondo, y dejándolos allí mientras corregía mis anotaciones con toda la parsimonia del mundo. Para cuando quise darme cuenta lo tenía sentado en la esquina de la mesa, frente a mí, con los pantalones desabrochados y “eso” rígido y bien tieso ...
    ... apuntando a mi cara. No es algo que me haga mucha gracia, pero lo sé hacer, así que antes de que mi conciencia se revelara agache mi cabeza y empecé a mamársela. Use una de mis manos para acariciar su grueso mástil mientras la otra sujetaba sus gordos testículos y mi boca subía y bajaba frenéticamente... ansiando acabar con aquella terrible humillación cuanto antes. Nunca había tragado semen y esa primera vez conseguí que eyaculara sobre la alfombra aunque luego me toco recogerlo todo a mí... no tuve tanta suerte todas las demás. Pues Don Luis me sujeto férreamente la cabeza sobre su regazo cada vez que eyaculo en mi boca los próximos días, hasta que conseguí vencer el asco inicial que me daba y acostumbrarme al amargo sabor del semen. El cual, desde entonces, siempre he tragado. A esas alturas llevaba ya las prendas holgadas o medio desabrochadas cada vez que entraba en su despacho, para evitar que me las deformara o rompiera, y me separaba de piernas cada vez que su áspera mano ascendía por mis piernas con una facilidad que me avergonzaba profundamente... pues, a mi pesar, me estaba habituando con demasiada facilidad a seguirle la corriente en todos sus deseos y caprichos. Llegando al extremo de tener más miedo de que algún otro empleado o jefe entrara en la oficina y me sorprendiera desnuda o mamándosela que al hecho de hacerlo en sí. Por eso, cuando aquella tarde me tumbo desnuda sobre la mesa de su oficina y empezó a lamer mis pechos como tantas otras veces, me limite a ...
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