1. ¿Culo de sirenito? -1-


    Fecha: 09/07/2018, Categorías: Gays Fetichismo Autor: Hunter, Fuente: CuentoRelatos

    Parecía de mentira. Yo estaba parado esperando que pasara el tiempo en mi auto y en la vera de la carretera estaba este chiquillote. Por lo más tendría 18, cabello largo, alborotado, cobrizo, tez blanca. Cargaba un short de jeans pegadísimo a sus nalgonas. Redondas, grandes, paradas. Usaba zapatillas sin medias y se movía entre los demás vendedores con una risa fácil. No podía yo creerlo. Las nalgas eran tan imponentes, se notaba que el pelao hacía fútbol o algo de ejercicio. Sus muslotes contrastaban con las nalgonas paraditas. El short que le llegaba hasta las rodillas solo hacía resaltar ese pedazo de culo. Muy disimuladamente comencé a grabarlo con mi celular mientras me apretaba la pinga. Era demasiado ver ese tuco de hombrecito moviendo sus montañas de carne joven de un lado para otro. Lo grabé por unos minutos hasta que ví que se subía a uno de los pick ups y se iba. Esperé menos de dos minutos y me acerqué a uno de los vendedores que esperaban su turno para algo que no entendía y le pregunté si ya se había ido el señor del pick up celeste y me dice, si, ese es Anel, él se acaba de ir. Le pregunto yo, iba con el hijo? No, el que se fué era Danielito, el sobrino, iban para su casa en Los Pollos. Wao, ahora si ya tenía yo mucho para hilar, el chiquillote se llama Daniel y es sobrino de Anel, el vendedor de pescado que vive en Los Pollos de Antón. Con esa información pasé al día siguiente y ahí estaba de nuevo el chiquillo de mis fantasías la noche anterior. Danielito, ...
    ... su culo redondo y grande, sus muslos gruesos, su piel blanca quemada y el cabello rebelde de color impreciso. Llegue fingiendo que necesitaba comprar un pargo grande (que yo sabía que no tenían) y con esa excusa conseguí el teléfono de Danielito, un chico guapo pero simplón. Con la promesa de hacer un buen negocio le dije que lo llamaría el siguiente sábado, cuando ya estuviera libre y pudiera entregarme lo que le pedía. Ese mismo día lo llamé en la noche y le pregunté, como si no supiera, donde había algún lugar donde podía tomarme unas cervecitas baratas. El mismo me dijo que en tal lugar, cerca de su casa y que él iría para allá luego de su juego de fútbol, (lo sabía, era deportista, las nalgas no mienten). A las 630 en punto estaba yo listo para ofrecerle todas las frías que se quisiera tomar. Tomamos, conversamos y luego cada uno para su casita. El Sábado en la tarde vuelvo y lo llamo y me dice que ya me consiguió el pescado del tamaño que quería y ahí le digo yo que si tenía algo "bueno" para mi. Solo se echó a reir como pendejo y quedamos en que lo paso a buscar en un rato. Llegamos a mi casa, se puso a dar vueltas por ahí como sin saber que hacer. Le ofrecí un traguito de ron con coca cola y lo lujuriaba con una cara que se me caia la baba. cada vez que caminaba, una de sus nalgas subía mientras la otra bajaba. En menos de 15 minutos ya estabamos los dos sobándonos, lamiéndonos y apretándonos. Yo estaba tan desesperado por sobarlo que lo puse en el sofá en cuatro y le ...
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