1. Experiencia imprevista


    Fecha: 12/07/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi nombre es Francisco y tengo 40 años. Vivo en una ciudad del Este de España con mi mujer y nuestros cuatro hijos. Mi hermana mayor, María, de 48 años, vive en la misma ciudad, también con su marido y tres hijos. Por razones burocráticas tuvimos que desplazarnos a Sevilla para firmar unas escrituras relativas a un asunto de herencia. Como la distancia entre ambas ciudades no es muy grande, pensamos que en el mismo día podríamos ir y regresar. Pero el asunto del papeleo se complicó de tal manera que en el mismo día no nos iba a ser posible resolver todas las gestiones. Así que no tuvimos más remedio que buscar un hotel para pasar la noche allí. Tratamos de encontrar un hotel de precio medio pero no encontramos habitación libre porque en esas fechas se estaban celebrando en la ciudad varios congresos y otros eventos, además de ser víspera de un puente festivo, con el consiguiente overbooking. Finalmente pudimos encontrar un hotel de cinco estrellas que solo tenía una suite libre. No lo pensamos dos veces y aceptamos la habitación. Después del viaje, el calor sofocante y los nervios de todo el día solo pensábamos en tomar un relajante baño. La sorpresa llegó cuando al entrar en la habitación nos dimos cuenta de que se trataba de una de esas suites reservadas normalmente para los recién casados con una enorme bañera jacuzzi en el centro de la propia habitación, totalmente descubierta. Al principio ninguno de los dos supimos cómo reaccionar. Si bien estábamos deseando tomar un ...
    ... baño, el hecho de que la bañera estuviera totalmente a la vista, sin posibilidad de cubrir nuestra desnudez si decidíamos utilizarla nos cortó un poco. María, un poco mojigata y conservadora, manifestó su contrariedad por esta circunstancia, pero yo la convencí de que al fin y al cabo el asunto no era tan grave. Somos ya maduros y con muchos años de casados, le dije yo, y el hecho de vernos desnudos no creo que sea para asustarnos. Además, agregué de forma desenfadada, mira cómo están de llenas las playas nudistas y tampoco tenemos tan mal tipo como para salir corriendo. Y al estar solos no tiene nadie por qué enterarse. Al final me dio la razón y mirándome con ojos un tanto pícaros y echándose a reír, añadió ella, puede ser una experiencia nueva que sirva para romper con la rutina. Después de todo, comentó María, a mi marido ya le tengo muy visto. A pesar de la naturalidad que yo quería dar al asunto, lo cierto es que la morbosidad del mismo había empezado a excitarme. La posibilidad de ver desnuda a mi hermana, que, a pesar de sus 48 años, conserva un cuerpo magnifico y bien proporcionado, (va tres veces por semana a un gimnasio de aerobic) y que ella me viera a mí, me estaba provocando reacciones nuevas en mi cuerpo que hasta hace unas horas ni podía haber imaginado. A mí me da un poco de corte desnudarme así, sin más. Por tanto, serás tú quien empiece a bañarse, me dijo María. No hay ningún problema. Ya te he dicho que son miles las personas que van a las playas nudistas y ...
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